Una nueva receta de cemento que contiene hasta un 30% de biocarbón tratado podría conseguir un hormigón con emisiones de carbono negativas.

Fuente: EcoInventos

El hormigón es uno de los materiales más usados de la Tierra, gracias a su gran resistencia y bajo coste, pero también es una de las mayores fuentes de emisiones de dióxido de carbono. Ingenieros de la Universidad Estatal de Washington han desarrollado un nuevo método para fabricar hormigón que absorbe más carbono del que emite.

El proceso de fabricación del cemento requiere temperaturas muy altas, y eso suele exigir quemar combustibles que, por supuesto, emiten CO2. Esto puede compensarse en parte cambiando a fuentes de energía renovables, pero las reacciones químicas en la mezcla también liberan enormes cantidades de CO2, y esto es más difícil de evitar. En total, se calcula que la producción de cemento representa hasta el 8% de las emisiones totales de dióxido de carbono de la humanidad.

Hormigon

Para este nuevo estudio, los ingenieros de la WSU investigaron un nuevo método con biocarbón, un carbón vegetal fabricado a partir de residuos orgánicos. Aunque ya se había añadido biocarbón al cemento, esta vez el equipo lo trató primero con aguas residuales de lavado de hormigón. Esto aumentó su resistencia y permitió mezclar una mayor proporción del aditivo. Pero lo más importante es que el biocarbón fue capaz de absorber hasta un 23% de su propio peso en dióxido de carbono del aire que lo rodeaba.

En los experimentos, el equipo creó cemento que contenía un 30% de biocarbón tratado, y descubrió que el hormigón resultante era carbono-negativo: en realidad absorbía más dióxido de carbono del que se emitía durante la producción del material. Según los cálculos de los investigadores, 1 kilogramo de hormigón con un 30% de biocarbón elimina unos 13 gramos de CO2 más de lo que libera su producción. Puede que no parezca mucho, pero teniendo en cuenta que el hormigón normal suele liberar unos 0,9 kg de CO2 por cada kilogramo de material, la diferencia es abismal.

Según el equipo, los beneficios totales podrían ser aún mayores si en su análisis se tuvieran en cuenta las diferencias entre las distintas fases del proceso. Por ejemplo, el uso de biocarbón para fines ecológicos como este hormigón desvía la biomasa de la que está hecho de otros destinos que podrían liberar más CO2. Además, se espera que el nuevo hormigón siga absorbiendo CO2 durante su vida útil de varias décadas.

Y lo que es más importante, el biohormigón conserva su resistencia. A los 28 días, la resistencia a la compresión del hormigón era de 27,6 MPa, aproximadamente la misma que la del hormigón normal.

Los investigadores tienen previsto seguir optimizando y ampliando el método, y comprobar la resistencia del hormigón resultante a la intemperie y otros tipos de daños.

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