CDT Fuente: Levante-emv
Alzira quiere avanzar con paso firme hacia la modernidad. Durante los últimos años ha cambiado su modelo urbanístico y emergen con fuerza los conceptos de sostenibilidad y peatonalización, convertidos no solo en una tendencia sometida a las arbitrariedades que marcan las modas sino en una necesidad inaplazable que permita garantizar nuestro modelo social y, aún más, la mismísima supervivencia del planeta.
El ayuntamiento ha logrado convencer a la Generalitat y a la Unión Europea de las bondades de la transformación de una gran bolsa de suelo situada junto a un barrio muy degradado para transformarla en un barrio pionero de viviendas bioblimáticas. Un concurso de arquitectura se encargará de proponer el diseño de una macromanzana peatonal apta para albergar 350 viviendas, comercios y un aparcamiento en el subsuelo. La tipología residencial será preferentemente plurifamiliar.
Se deberá incorporar un espacio público con una superficie mínima de 5.450 m² suelo libre de edificación en altura, aunque se permitirán usos en el subsuelo. Las edificaciones no podrán superar las cinco plantas de altura y procurarán no obstaculizar el tráfico de aeronaves en el helipuerto de emergencias que se ubicará en ese mismo enclave.
«La propuesta de edificación debe ser innovadora, tanto para la comarca como para la Comunitat Valenciana, debiendo contemplar tipologías de viviendas que generen más energía que la que gasten y que estén pensadas para afrontar el cambio climático y minimizar la huella ambiental», explica Miguel Vila, jefe de Urbanismo del ayuntamiento.
El diseño urbano de los viales y zonas verdes incorporará mobiliarios medioambientalmente sostenibles y especies arbóreas mediterráneas que mitiguen el exceso de sol y calor provocado por el cambio climático.
La nueva área residencial aspira a convertirse en un ejemplo de intervención alternativo respecto a los que el mercado inmobiliario viene implantando. La innovación ecológica para contribuir al control de los parámetros que alimentan el cambio climático es uno de los objetivos principales del concurso.
La parcela está delimitada. En ella se propone a los arquitectos que compitan por el premio redactar un proyecto de arquitectura bioclimática que se convierta en un referente comarcal que materialice las estrategias de eficiencia energética y optimice la respuesta al entorno climático. El objetivo es el ahorro energético y la eliminación de huella de carbono, al tiempo que se potencian los modos de transporte públicos y se fomentan los desplazamientos a pie y en bicicleta.
El diseño de la arquitectura bioclimática debe procurar edificaciones adaptadas a las características naturales del lugar (temperatura, humedad, radiación solar, vientos, además de la topografía, vegetación, cuerpos de agua, y demás recursos), buscando aprovechar y controlar todos esos factores para proveer confort térmico.
El proyecto se basará en técnicas bioclimáticas que aprovechen, a la vez que protejan, a los moradores de las viviendas de la radiación solar. Deberán incorporarse sistemas de almacenamiento y liberación de calor, se tendrá en cuenta la orientación del edificio y se contará con ventilación natural y termo-forzada. Y la propia obra y construcción deberá estar preparada para cambiar su comportamiento ambiental, con adaptaciones térmicas absolutamente difeentes para condiciones de verano o bien de invierno.
El nuevo enclave estratégico albergará el nuevo eje local de seguridad con dotaciones básicas de emergencias como el parque comarcal de bomberos, la sede de la Policía Local y un helipuerto que aprovechará la cercanía del hospital comarcal de la Ribera, al que se accederá a través de un nuevo vial. En la elección de ese lugar no es ajeno el hecho de que se trata de terrenos que se sitúan muy por encima de la mayor cota de inundación conocida. El futuro edificio de la policía local también está proyectado en base a criterios de sostenibilidad y consumo energético nulo.
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