El futuro del sector pasa por aplicar los criterios de sostenibilidad y de respeto por el medio ambiente en la edificación.
Fuente: Idealista
La preocupación por la sostenibilidad ha ido creciendo de forma exponencial en el sector inmobiliario durante los últimos años. Hoy en día se da por hecho que la inmensa mayoría de las nuevas construcciones que se realizan en España lleven en su ADN la gestión de la calidad y el medio ambiente, pero no siempre ha sido así. Como indica el Grupo Español de Crecimiento Verde, casi la mitad del parque de viviendas en nuestro país fue construido antes de 1979, momento en el que entraron en vigor las primeras leyes relacionadas con la eficiencia energética de los edificios.
Pero estas directrices no han bastado para poner coto a la contaminación y el derroche energético. Según el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, en el año 2018, último del que se disponen datos, el sector de la edificación, incluyendo residencial y terciario, supuso aproximadamente el 30% del consumo de energía en España.
Hace un par de años, el Ministerio remitía a la Comisión Europea su estrategia a largo plazo para la rehabilitación energética en el sector de la edificación nacional. Este documento marcaba la hoja de ruta a seguir durante los próximos años: reducir en un 36,6% el consumo de energía final de la edificación en 2050, pasando de los 304.276 GWh actuales (67% corresponden al sector residencial y el 33% restante al sector terciario) a 192.728 GWh en 2050, y que el consumo de energía procedente de fuentes fósiles, que se sitúa actualmente en torno a los 126.211 GWh (72.448 GWh en el sector residencial y 53.763 GWh en el sector terciario), se reduzca prácticamente a cero en 2050.
En el caso del sector residencial, se estipula que el ahorro se producirá principalmente en el uso de la calefacción y el agua caliente, que representan, de media, más del 60% del consumo de las viviendas.
La realidad es que todavía estamos lejos y que queda mucho camino por recorrer, ya que poco más de un 1% de los edificios cuenta con una calificación de consumo A o B, lo que quiere decir que el 99% del parque de inmuebles deberá emprender mejoras en las próximas décadas, si se quiere alcanzar este objetivo.
Mirando hacia delante, la clave pasa por aplicar los criterios de sostenibilidad y de respeto por el medio ambiente en la edificación. Para ello, las promotoras deben tener cada vez más en cuenta materiales y procesos sostenibles, tanto en el diseño de los exteriores de las promociones como en zonas comunes e interior de las viviendas.
Los profesionales estamos mentalizados y el cliente final, también, como demuestra que cada vez sea mayor el volumen de compradores que demandan mejores certificaciones energéticas voluntarias para edificios de obra de nueva y sellos de sostenibilidad. El mejor ejemplo es la técnica ‘Passivhaus’, uno de los estándares que más se acerca a los procesos necesarios para desarrollar un producto inmobiliario residencial de alta calidad, enfocado a la sostenibilidad y protección del entorno, así como el cuidado de los recursos energéticos de la vivienda.
Y no solo esto. Las instalaciones de autoconsumo también están a la orden del día. En nuestro país las placas solares es una de las mejores soluciones y cualquier edificación debería contar con ellas como medio de reducir el consumo energético, pero también hay otro tipo de instalaciones, como pueden ser la aerotermia y la geotermia, presentes en muchas de las nuevas promociones residenciales que se están desarrollando actualmente.
Se trata de energías limpias, seguras, renovables e inagotables que además suponen un ahorro de entre el 60% y el 80% frente a los sistemas tradicionales. Su mayor ventaja es la capacidad de capturar energía de fuentes naturales y que son completamente externas y a la vez gratuitas, en el caso de la geotermia la energía de la tierra, aerotermia del aire y placas fotovoltaicas o híbridas del sol.
Las promotoras que se centren en el desarrollo con un enfoque sostenible serán, por tanto, las que marquen la senda de crecimiento del sector e irán adaptándose a las nuevas tendencias que van surgiendo, como el “smart living”, esa corriente que incluye la tecnología, la comunidad, el diseño, la ubicación y, por supuesto, la sostenibilidad.
Porque el nuevo consumidor poscovid sabe lo que quiere y cómo lo quiere. Está preocupado por los nuevos diseños o el espacio, pero también es consciente de que, sobre todo en un contexto de escasez energética como el actual, la adaptación de las viviendas a los más altos estándares de eficiencia energética va a ser un factor decisivo a la hora de comprar.
Porque el sector ha dado un salto exponencial y, unido a la transformación digital, ha entendido la sostenibilidad como una vía para mejorar de forma permanente el nivel de satisfacción de sus clientes.