En 2013, Christian Sanz fundó Skycatch, empresa que ha generado un sistema tecnológico que escanea terrenos en poco tiempo y con precisión. Entre sus clientes tiene a AngloAmerican, Barrick y Caterpillar, pero quiere expandirse en Chile.

Fuente: La Tercera

En 2011 Christian Sanz, un chileno que llevaba casi 20 años viviendo en Estados Unidos, comenzó a interesarse por la entonces incipiente industria de los drones. Atrás dejó una variada trayectoria que incluía haber sido parte de la US Navy, un paso por una empresa que desarrollaba máquinas para los parques de Disney y trabajar diseñando aplicaciones en varias startups de Silicon Valley.

El primer acercamiento a los vehículos aéreos no tripulados se concretó cuando fundó NodeCopter, donde propiciaban instancias de hackathon con personas que estuvieran interesadas en esta tecnología.Luego, en la misma línea, creó DroneGames, donde organizaba eventos que mezclaban competencias y desarrollo de aplicaciones para estos dispositivos.

El chileno tras los drones usados en minas y construcciones de todo el mundo

“Me quedé muy pegado en eso y después empecé a pensar que tenía que haber algún tipo de valor más allá de el evento, de la entretención de hacer esto. Entonces empecé a preguntarme: ‘¿Dónde es posible, dónde es valiosa la información que se puede obtener a través de un objeto que está volando? ¿En qué tipo de rubros es necesaria mucha información, donde hay muchas actividades y muchos cambios?’”, cuenta Sanz.

Su idea era poder ofrecer registros hechos por drones que agilizaran o facilitaran procesos industriales. Las primeras respuestas de amigos e inversionistas apuntaban a los ámbitos de seguridad, minería y construcción, así que Sanz decidió dar un paso más.

Infiltrado en una construcción

El problema para Christian Sanz es que aún no tenía una empresa formada y tampoco la certeza de que la solución que tenía en mente fuera requerida por aquellas industrias. Necesitaba probar sus drones, pero sabía que ninguna compañía potencialmente interesada en sus servicios le daría permiso si es que él no podía comprobar buenos resultados antes.

Sin estar dispuesto a darse por vencido, recabó información sobre las construcciones que se estaban realizando por ese entonces en San Francisco y eligió la de un hospital, que visitaba y observaba diariamente desde afuera, buscando una posibilidad para entrar.

Christian Sanz vive desde los 14 años en Estados Unidos.

“Finalmente me compré un casco, me compré una chaqueta y dije: ‘voy a entrar, voy a hacer una misión (el proceso en el que el dron vuela y toma imágenes) y eso es todo’. Y lo hice y resultó. Entré, no me dijeron nada e hice la misión. Se acercó mucha gente porque nunca habían visto un dron, pero nunca me preguntaron qué hacía ahí o quién era. Ellos pensaron que era parte del proyecto”, relata Sanz.

Como había pasado desapercibido, decidió volver rutinariamente y comenzó a entablar comunicación con la gente que trabajaba ahí y a mostrarles los resultados del trabajo que estaba haciendo. Eventualmente se dieron cuenta de que Sanz no era parte de la empresa y le pidieron que ofreciera sus servicios oficialmente pero, más allá de eso, su principal triunfo fue comprobar que su servicio sí tenía potencial.

“En ese momento ya tenía la suficiente información para poder convencerme a mí mismo de que esto era valioso, porque en cuanto yo les mostraba la data, la transformación de las personas era increíble. Cómo reaccionaban era increíble, porque se daban cuenta de que podían ver mucho más de lo que podían ver antes y podían tomar decisiones mucho más rápido”, explica Sanz.

Así nació oficialmente Skycatch; una de las primeras prioridades para Sanz fue poder generar automáticamente reproducciones en 3D de las superficies fotografiadas. “Eso nos hizo únicos como compañía”, valora.

Ganando prestigio

La anécdota que surgió al haberse infiltrado en una construcción no fue la única que cosechó Sanz por esos años, tratando de darle reconocimiento a su empresa. En 2014, surgió la posibilidad de volar drones en una construcción en el Apple Campus, la ex sede de la compañía de Steve Jobs, con los que Skycatch se comprometió a entregar información una vez al mes de lo recopilado.

Como los protocolos de trabajo de Apple eran muy rigurosos, una de las exigencias era que Sanz no podía compartir archivos digitales de su trabajo con nadie. “Pero nunca nos dijeron que no podíamos entregar archivos de papel”, recuerda Sanz con picardía.

Cuando Sanz comenzó a desarrollar Skycatch, los drones no estaban tan popularizados por lo que llamaban la atención de los empleados de las construcciones.

Por lo mismo, cada día imprimía decenas de copias de los mapas que creaba gracias los drones y luego las ponía en la cafetería. “Te juro que en una semana todos empezaron a sacar fotos a esos papeles. Los sacaban como si fuera popcorn. Y empezaron a usarlos. Empezamos a ver nuestros mapas en todas partes de la oficina, con dibujos, con letras, con rayas”, dice.

El éxito de esos registros llegó a tal punto que un día que la personaba que piloteaba los drones no pudo ir a la construcción porque estaba enfermo, uno de los representantes de Apple en la construcción llamó a Sanz para exigirle explicaciones.

“Me dijo: ‘¿Cómo puede ser que ustedes están trabajando con Apple y no nos hayan avisado que no iban a estar ese día cuando nosotros dependemos de su data?’ El tipo que nos estaba retando no sabía que nosotros nos éramos responsables de entregarle data todos los días. Era algo que nosotros estábamos haciendo gratis. Entonces, cuando yo llegué a la oficina de ellos, me pidió perdón y cambiamos el contrato”.

Todo o nada

De todos modos, la experiencia más importante fue la que tuvo Skycatch al final de ese año con Komatsu, compañía japonesa que fabrica maquinaria para industrias como construcción y minería. Por ese entonces, cuando Skycatch hacía proyecciones en 3D a partir de sus imágenes, los objetos que aparecían en los mapas tenían una precisión que podía variar hasta cinco metros respecto a su ubicación real. Cuando Komatsu se acercó a ellos les pidió que redujeran ese rango a cinco centímetros.

Desde Skycatch aseguraron que se demorarían cerca de cinco años en desarrollar la tecnología que les permitiera eso y, en respuesta, Komatsu ofreció una inversión de US$10 millones para que ese proceso se realizara en dos años.

La oportunidad era gigante, así que Sanz y su equipo se volcaron a eso y perfeccionar sus servicios de tal manera que al cabo de unos años lograron la meta y además redujeron la etapa de captura y proceso de la data a 15 minutos.

Como consecuencia, Komatsu empezó a distribuir los servicios de ofrecía Skycatch a miles de lugares donde estaba realizando operaciones, logrando cifras completamente inéditas para la compañía de Sanz y demostrando lo escalable que podía ser su solución.

“Pusimos toda nuestra energía y nuestro dinero en este proyecto, sabiendo que al final si no resultaba, si no funcionaba, no íbamos a lograr el contrato con ellos y la compañía se iba a desaparecer. O sea, era vida o muerte. Ese fue el periodo más estresante de mi vida, porque dos veces los japoneses dijeron que lo iban a cancelar porque la precisión era solamente seis centímetros y tenía que ser cinco. Y yo con paro cardíaco, volando a Japón el mismo día tratando de explicarles que íbamos a lograrlo”, recuerda Sanz.

Un futuro en Chile

Después del éxito Komatsu empezaron a llegar nuevos clientes, principalmente en el rubro de la construcción y la minería. Desde entonces, firmascomo BHP, AngloAmerican, Barrick y Caterpillar han trabajado junto a Skycatch y permitieron que la empresa estuviera bien posicionada cuando llegó la crisis del covid.

Actualmente Sanz tiene el objetivo de llevar sus servicios a más empresas mineras en Chile.

Actualmente, la empresa se está focalizando en robustecer y diversificar su oferta. Por lo mismo, están trabajando en un proyecto llamado Skyport, que Sanz define como un “Uber para drones”. En estricto rigor, lo que ofrece este servicio es un sistema orquestado de drones que permite controlar uno o más dispositivos para que vayan hasta un lugar en particular, tomen la información y entregan la data al usuario en un breve margen de tiempo.

También han estado introduciendo Inteligencia Artificial a sus operaciones. Esto lo han hecho específicamente para facilitar y automatizar las etapas de procesamiento de información donde hay mucha data involucrada.

En medio de este crecimiento, Sanz guarda una ambición personal: la de poder expandirse en Chile, principalmente de la mano de mineras. “Empezamos trabajando con compañías americanas que tenían proyectos en Chile pero ahora estamos en conversaciones directas con todas las compañías que son chilenas, que tienen proyectos en Chile”, explica.

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