La mano de obra y los precios de algunas materias primas alivian los gastos de las compañías dedicadas a la edificación residencial.
Fuente: El País
La fuerte marejada de precios disparados en las materias primas, problemas de suministros y altos gastos energéticos que ha afectado a la construcción en los últimos tiempos parece empezar a remitir. Por primera vez desde la pandemia, los costes de la edificación residencial se abarataron a finales de 2022 con respecto al trimestre previo. Pero las aguas siguen embravecidas: pese al ligero alivio, construir a finales del año pasado seguía siendo un 12,7% más caro que a finales de 2021. Y el Índice de Costes de Construcción, una estadística sectorial privada que elabora y publica la compañía ACR, sigue muy cercano a su máximo histórico.
Desde que la pandemia empezó a despejarse, construir se ha convertido en una pesadilla a la hora de cuadrar las cuentas. En lo relativo a la edificación residencial, que es lo que analiza el estudio de la constructora de origen navarro, los costes han crecido en los dos últimos años más que en los cinco anteriores. El indicador con base 100 en 2015 (es decir, que atribuye ese valor a lo que costaba levantar un edificio de viviendas en ese año) alcanzaba 130 puntos justo antes de la expansión del coronavirus. Pero tras un ligero descenso en los tres primeros trimestres de 2020, ha enfilado una pendiente que lo sitúa ahora por encima de 170 puntos. Visto de otra manera, edificar ahora sería un 70% más caro que en 2015.
El pico de 170,72 puntos que tocó el pasado septiembre se moderó a 170,32 puntos a finales de año. Denota un abaratamiento muy ligero, pero llamativo por ser el primero que se produce tras ocho trimestres consecutivos de subidas. Para ACR es un signo de que los costes “comenzaron a moderar su ritmo de crecimiento” a finales del año pasado. La constructora pone el foco sobre el crecimiento interanual: si se compara el índice con lo que marcaba a finales de 2021, los gastos para las constructoras se elevan un 12,7%. Son más caros, sí, pero no tienen nada que ver con el 19% de subida de 2021. Y si se mira en conjunto el año pasado, los costes de edificación residencial arrancaron el ejercicio con incrementos interanuales próximos al 26% y lo acabaron prácticamente en la mitad.
A la hora de analizar qué factores han contribuido a rebajar los costes, ACR apunta al abaratamiento de algunas materias primas y a la mano de obra (es decir, los salarios de trabajadores del sector) que “ha mostrado cierta estabilidad”. Del lado de los materiales, “el acero, el aluminio, el cobre o la madera” se cuentan entre los que han ayudado a moderar los gastos en las obras. Pero las tensiones inflacionistas siguen instaladas en los plásticos, aislamientos, ladrillos y materiales cerámicos porque su fabricación tiene “una alta dependencia del coste del petróleo y la energía”. Solo dos de las 17 partidas analizadas fueron realmente más baratas en 2022 que en 2021: la vidriería y la carpintería exterior de los edificios. Sin embargo, las impermeabilizaciones y cubiertas se dispararon casi un 25%.
El análisis publicado este viernes es optimista de cara al presente ejercicio: “La moderación que refleja el dato de cierre de 2022 hace pensar que en 2023 podría llegar la tan deseada estabilidad de costes”, afirma el análisis. Pero advierte de que “no se esperan bajadas drásticas de los costes de construcción”. Es decir, que las empresas del sector afrontan un nuevo paradigma de costes elevados en los que, si desaparece la volatilidad que causa numerosos problemas a la hora de calcular los presupuestos de las obras, “permitirá analizar de forma más fiable la viabilidad de los proyectos inmobiliarios”. Y ello mirando todo el rato de reojo al cambiante escenario macroeconómico, la política monetaria y la evolución de los costes energéticos.
El Índice de Costes de Construcción se elabora a partir de los precios pagados en las obras residenciales de la Comunidad de Madrid, pero al presentarse como un indicador de base 100 se considera representativo del conjunto del sector porque no da importes concretos, sino que analiza la evolución al alza o a la baja de las diferentes partidas. También contempla los gastos de instalación y personal, por lo que, en conjunto, ACR calcula que supone un 80% de los costes directos que hay en una obra. El 20% restante depende de las especificidades de cada proyecto.