Muchas veces se habla en la arquitectura sobre la función y la forma, así como de la forma de relacionar estos dos conceptos. Este complejo deportivo diseñado por Livio Vacchini en la década de los noventa es un claro ejemplo de como la suma de ambos puede generar un espacio a la vez bello y funcional para la práctica deportiva.

Fuente: Arquitectura y Empresa

Diseñada mediante concurso por el estudio de arquitectura de Livio Vacchini, la construcción requería en su programa inicial de una sala de tres campos que, en origen, iba a ser reservada únicamente a actividades militares. En palabras del propio arquitecto, “la amplitud del espacio disponible hizo que el edificio se desarrollada con un elemento organizador del contexto urbano, convirtiéndose en un punto de referencia en la zona”.

(© Simone Bossi)

El edificio en sí mismo se convierte pues en una construcción lógica que reproduce el sistema constructivo del dolmen, reinterpretándolo en clave moderna mediante el uso del hormigón armado.  El equipo de Studio Vacchini busca con este diseño dar una imagen de construcción de un templo monolítico para la práctica deportiva, liberando, mediante el uso de la forma, el espacio interior para albergar la función planteada de origen.

Se levanta pues como un bloque imponente e inaccesible sobre una extensa pradera verde. La estructura rítmica de elementos verticales de hormigón armado se reproduce en planta baja, donde no se evidencia acceso alguno al espacio interior. Además, la inaccesibilidad de este edificio se agranda al conocer que se ubica en el interior de un recinto militar, dando al significado defensivo de su forma mayor relevancia si cabe.

Vista exterior de la Palestra Polivalente de Livio Vacchini de noche (© Alberto Flammer)

Los accesos, ubicados en los lados más cortos de la construcción, se realizan mediante rampas que te llevan al sótano de la palestra, liberando con ello la totalidad de la planta principal para la práctica deportiva.

En esta planta se ubican los espacios de almacenes y vestuarios, así como el resto de dependencias que dan servicio al edificio. Además, estos espacios se convierten en el único punto de acceso a la gran sala rectangular que se erige como elemento principal de la construcción.

Vista de uno de los laterales de la palestra que da acceso a su interior (© George Aerni)

Este espacio completamente diáfano es bañado por la luz natural que entra por las cuatro fachadas de la construcción a través de unos huecos cuya altura es igual a la máxima que permite la estática. La estructura queda separada del paño de vidrio interior que envuelve el espacio, los suelos quedan revestidos de un amarillo cromo empleado en la casa de Costa, y la gran losa que forma la cubierta, la cual parece inscrita en la corona perimetral que forman los elementos estructurales, limitan en el eje vertical un espacio cuyo código de construcción regula la permeabilidad a la luz mediante una composición constante y rítmica de espacios llenos y vacíos. Este juego genera a su vez situaciones de cambio constante en la que arquitectura y entorno natural dialogan generando efectos sorprendentes.

Vista del espacio interior de la Palestra Polivalente de Livio Vacchini (© Simone Bossi)

El edificio tiene un único orden y un único tipo de apertura perimetral que se va estrechando abajo hacia arriba, variando la dimensión de sus elementos estructurales verticales de sección rectangular de 43x70cm a elementos cuya sección es cuadrada de 43x43cm.

La estructura está formada conceptualmente por un “muro de carga” de 70cm de espesor que queda cerrado por una placa de cierre precomprimida de 140cm de altura cuya bidireccionalidad le permite mantener una luz de 56,07×31,21 metros quedando suspendida a 8 metros de altura sobre el suelo.

Vista exterior de la Palestra Polivalente de Livio Vacchini (© Simone Bossi)

Esta imagen de “tortuga romana” que muestra el edificio desde su exterior hace que el interior, el vacío y la luz se vuelvan dueños del espacio. El contraste que existe entre la rígida forma geométrica artificial del hormigón con la suave aleatoriedad irregular de la naturaleza le da a la sala multiusos lo impredecible en la construcción de una arquitectura.

Vista del espacio interior de la Palestra Polivalente de Livio Vacchini (© Simone Bossi)

Como todas las artes, la arquitectura puede intentar representar su propio tiempo; en este caso lo persigue y se pierde. Puede intentar anticipar el futuro; en este caso resulta en presunción y arrogancia. Puede desafiar su propia finitud intentando estar más allá de todo tiempo; éste es el caso de la obra de Livio Vacchini”.

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