Bacterias que arreglan fisuras, ladrillos solares y concretos translúcidos son algunos ejemplos de lo que está incorporando el sector para reducir su gran impacto en el medioambiente.

Fuente: Impulso Negocios

El sector de la construcción produce el 38 por ciento de las emisiones totales de dióxido de carbono en el mundo, según el último informe de la alianza Global ABC. Esta preocupante cifra revela la importancia de avanzar hacia una construcción sostenible y, asimismo, la necesidad de desarrollar nuevos elementos de construcción más amigables con el medioambiente.

Los materiales sostenibles son aquellos que suponen un menor impacto ambiental a lo largo de todo su ciclo de vida comparados con los convencionales: desde la extracción de materias primas, pasando por la fabricación y el transporte, hasta culminar en las etapas de construcción, operación y desecho.

Esta visión integral de la sostenibilidad abre la puerta a un amplísimo abanico de innovaciones, y desata una verdadera carrera científica para cumplir los objetivos de reducción de emisiones trazadas por la ONU.

Un ejemplo de ello es el concreto translúcido, que fue desarrollado por el arquitecto húngaro Áron Losonczi, en 2001, y mezcla fibras ópticas con concreto fino para producir un material que deja pasar la luz.

El resultado es un ahorro de electricidad y la reducción del uso de materiales para acabados, como pintura y yeso. La innovación, llamada Litracon, fue incluida en la lista de los inventos más importantes del 2004 de la revista Time.

Construcción Sostenible en el mundo

Sostenible

En Países Bajos, el microbiólogo Henk Jonkers sorprendió al mundo con un invento que parece sacado de la ciencia ficción: un bioconcreto que se arregla solo. El método integra cápsulas de bacterias que producen piedra caliza. Cuando aparece una fisura en el concreto, las bacterias reaccionan generando calcita, lo que hace que la grieta sea sellada.

De esta manera, se alarga el ciclo de vida del concreto y se ahorran grandes costos de mantenimiento, según explica una publicación del American Concrete Institute, de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Solamente en Estados Unidos, el mantenimiento de estructuras de concreto puede costar hasta 20 millones de dólares anuales, por eso es importante. “Si bien un concreto con estas características tiene un equivalente de tres veces el costo de producción necesario respecto al concreto habitual, estos son compensados con eludir gastos de reparación producto de las fisuras en el tiempo”, concluye el informe.

Otro ejemplo de la versatilidad de los materiales sostenibles es la pintura desarrollada por la empresa española Graphenstone. Por su componente de cal absorbe grandes cantidades de dióxido de carbono. Según la compañía, tres tarros de 15 litros absorben más de 10 kilogramos, la misma cantidad que un árbol adulto al año.

Es el caso del cemento verde, de la empresa Argos, lanzado en 2020. Sustituye un porcentaje del clínker –materia prima que se usa para fabricar el cemento– por puzolana artificial. Según la cementera, el resultado es la disminución del 38 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono y del 30 por ciento de la energía consumida durante la producción en comparación con un cemento convencional.

Estos avances están íntimamente relacionados con el auge de certificaciones de construcción sostenible, como LEED, las cuales suponen beneficios económicos para aquellas constructoras que incluyan materiales sostenibles en sus edificaciones.

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