Cuenta la leyenda que la historia del Monte Saint-Michel comenzó a partir de un sueño. Se hizo realidad y este islote albergó una abadía benedictina y fue un importante lugar de peregrinación, además de una prisión. Así se convirtió con el tiempo en uno de los principales atractivos turísticos de Francia.

Fuente: Sacyr

El Monte Saint-Michel es mucho más que un islote rocoso frente a la costa de Normandía. Rodeado por una bahía cuyas mareas alcanzan los 14 metros, es uno de los principales atractivos turísticos de Francia. Además de que se convirtió en un importante lugar de peregrinación, fue una prisión. Analizamos las curiosidades de este monte, que ha sido fuente de inspiración de castillos como el de la película de animación Enredados o de la ciudad Minas Tirith, del El Señor de los Anillos.

Los misterios de la isla fortificada más famosa de Francia

Un lugar de peregrinación que parte de un sueño

Esta pequeña isla mide 240 acres —unas 97 hectáreas— y está ubicada en Francia, a unos 290 kilómetros de París. Cuenta la leyenda que su historia comenzó a partir de un sueñoEn el año 708, el arcángel Miguel se le apareció al obispo Aubert tres veces y le pidió que construyera un santuario en su honor en una isla llamada Mont-Tombe. El sueño se hizo realidad y en el año 966, el duque Ricardo I de Normandía otorgó a los monjes benedictinos el permiso para instalarse allí.

Así este monte, que sería renombrado como monte Saint-Michel, se convirtió en un lugar de peregrinación muy importante en todo el occidente cristiano. Los peregrinos acudían a él en busca “de protección y la salvación de sus almas”, según la web oficial de la abadía. Al mismo tiempo, los monjes comenzaron a producir, conservar y estudiar una gran cantidad de manuscritos, lo que convertiría a esta abadía de estilo gótico en un importante centro de cultura durante la Edad Media.

El Monte Saint-Michel fue un importante lugar de peregrinación. Crédito: Slice.

Una “maravilla de occidente” rodeada por una bahía

“La construcción de esta ‘maravilla de occidente’ duró desde el siglo XI hasta el XVI y fue una verdadera hazaña técnica y artística”, afirma la UNESCO. La abadía es el punto central y más destacado de la isla. Su iglesia es el “epicentro de un laberinto de escaleras” y está en el punto más alto del monte. Para levantar esta estructura de 80 metros de altura, se construyeron cuatro criptas alrededor de la roca cuatro que sostienen el edificio en la cumbre. Además de la abadía, en el Monte Saint-Michel también hay calles estrechas y empedradas, casas antiguas y, alrededor de su base, murallas medievales.

Si hay algo que hace único al monte, es el agua que lo rodea. “Su entorno, la majestuosidad de las mareas y los cambios de luz ejercen un efecto magnético sobre los visitantes”explica a National Geographic Sébastien Daligault, naturalista de Label Nature, que dirige excursiones por la bahía desde hace más de dos décadas. En el pasado, el monte se convertía en una isla cuando las mareas subían. Antes de la construcción de la calzada de 3.000 pies —unos 910 metros— que antes conectaba la isla con tierra, era particularmente difícil llegar a ella debido a las arenas movedizas y a que las mareas subían muy rápido. La calzada de hormigón se reemplazó en 2019 por una pasarela sobre pilotes para permitir que el agua pasara por debajo.

En 1878 se construyó una calzada para facilitar el acceso al monte. Crédito: PxHere.

La prisión que salvó a la abadía de la destrucción

El Monte Saint-Michel no sólo fue un lugar de peregrinaciones. De hecho, estas se produjeron hasta el siglo XVII y poco a poco el lugar se transformó en una prisión. Sus espacios fueron renovados para albergar al mayor número de presos posible. “Este período de prisión, aunque oscuro, ayudó a salvar la abadía de la destrucción total”, indica la web de la abadía.

La isla, que fue fortificada en 1256, resistió los asedios durante la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia (1337-1453) y las Guerras de religión de Francia (1562-1598). Cuando la prisión cerró definitivamente sus puertas, en 1863, la abadía estaba en ruinas. Fue a partir de ese momento cuando comenzaron los trabajos de restauración y se acondicionaron los alrededores del monte para recibir a los primeros turistas de su historia.

La construcción de la abadía fue “una hazaña técnica y artística”, según la UNESCO. Crédito: Francesco Bandarin / UNESCO.

En la actualidad tres millones de turistas visitan el Monte Saint-Michel cada año, según la UNESCO. Además, una docena de monjes de las Fraternidades Monásticas de Jerusalén viven en la abadía. La historia que lleva a sus espaldas y sus encantos han convertido al Monte Saint-Michel, declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO en 1979, en uno de los lugares turísticos más populares de Francia.

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