Diseñado por el arquitecto Santiago Calatrava, el punto central de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de la ciudad de Valencia se erige como un ejemplo perfecto de cómo es posible dotar a una edificación de cualidades arquitectónicas únicas para transformarse en un punto central del paisaje urbano y cómo el hormigón, como material principal de su construcción, aportó con este objetivo.
Fuente: Hormigón al Día
Concebido como el punto central del complejo arquitectónico Ciudad de las Artes y las Ciencias de la ciudad de Valencia (España) el “Palau de les Arts Reina Sofía” es obra del arquitecto Santiago Calatrava -uno de los encargados de este gran proyecto urbano, junto con Félix Candela- y corresponde a un edificio destinado para la puesta en escena de grandes obras de las artes escénicas.
En efecto, el “Palau” alberga cuatro instalaciones para la promoción de las artes y la cultura: el Teatro de la Ópera de Valencia, la sede de la Orquesta de la Comunidad Valenciana, el Anfiteatro y el edificio de las Artes Aplicadas, convirtiéndose así en el elemento principal de la Ciudad de las Artes y las Ciencias.
De esta forma, este gran hito cumple con las dos premisas que rigen el concepto de esta imponente renovación urbana: ofrecer un espacio a los profesionales relacionados con las artes y la ciencia y entregar a la ciudad una serie de espacios para la expresión de diversos actos culturales.
Si bien la construcción del “Palau de les Arts Reina Sofía” se completó en casi una década (1996-2005), el proyecto transformó el paisaje urbano de la ciudad española, entregando no sólo un espacio de calidad para el desarrollo cultural de la urbe, sino que además la dotó de un punto arquitectónico único.
Una gran bóveda para las artes
El “Palau” es un complejo de 37 mil metros cuadrados, cuyos principales componentes son el Teatro de la Ópera, que cuenta con una capacidad de 1.706 butacas y que puede albergar obras de teatro, ballet o producciones de ópera, y un auditorio de música de cámara más pequeño (380 asientos) para presentaciones de conjuntos, obras de teatro menores o conferencias.
Asimismo, también cuenta con otra instalación que posee la capacidad de albergar a 1.520 espectadores y que está equipado con un sistema de proyección de video de última generación, destinado a propuestas artísticas más vanguardistas o para la exhibición de filmes. Finalmente, y adyacente al “Palau”, se encuentra el edificio destinado a las Artes Aplicadas, destinado a “obras de teatro experimental, danza contemporánea, exhibiciones de arte o performances”, explica la descripción del proyecto.
Concebida como una sección de la progresión lineal que sigue la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el “Palau” o Teatro de la Ópera es uno de los tres edificios principales que conforman este complejo 86 acres, junto con “Teatro Hemisférico” (que alberga al Planetario/Cine IMAX) y el Museo de la Ciencia Príncipe Felipe.
Otra estructura aledaña a estas tres, conocida como “L’Umbracle”, es un paseo marítimo y un estacionamiento construido dentro de una galería abierta, “en una reinvención contemporánea de un jardín de invierno”, dicen desde el estudio a cargo de esta obra.
Hormigón para el centro cultural de valencia
Con un diseño en forma lenticular, Santiago Calatrava le brindó al Teatro de la Ópera un carácter arquitectónico único, ya que para crear la forma utilizó una serie de volúmenes aparentemente aleatorios, que finalmente conforman el espacio gracias a la unión de dos láminas de hormigón simétricas, de corte transversal. Esta forma culmina con una vaina de acero de barrido, cuya proyección axial va desde la entrada hacia los contornos de la envoltura curvilínea.
Para conectar al “Palau” con las demás instalaciones de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, se utilizó una compleja red de voladizos, escaleras y jardines, entregando unidad al complejo y permitiendo la integración de los distintos espacios que alberga este complejo.
Para la construcción del Teatro de la Ópera, se usaron más de 77.000 metros cúbicos de hormigón. En ese sentido, fue el hormigón blanco, particularmente, el que se utilizó tanto para formar los grandes soportes estructurales del edificio como para el “trecadís” o fachada del “Palau”.
La forma lenticular del “Palau” define la identidad arquitectónica del edificio y su fachada entrega un “efecto dinámico del paisaje urbano, al mismo tiempo que ofrece protección a las terrazas y espacios que se encuentran bajo estas”, comentan desde el estudio del arquitecto.
Los diferentes volúmenes que conforman al edificio están apilados entre las cubiertas horizontales del paseo marítimo, los que sobresalen en voladizo hacia afuera de la estructura. El núcleo central está ocupado por el auditorio principal.
La fachada de hormigón que rodea al edificio, además de entregar un elemento arquitectónico, también permite la circulación por el exterior de los diferentes espacios que componen tanto al “Palau” como a la Ciudad de las Artes y de las Ciencias. Junto con eso, permiten la instalación de una serie de servicios, lo que entrega una mayor integración con la ciudad, dotándola de un atractivo punto arquitectónico y funcional tanto para los habitantes de Valencia como para otros visitantes.