Casi 40º C se han registrado en algunas localidades de la zona central del país que se han visto afectadas por la ola de calor, lo que plantea el desafío de repensar las ciudades para que sean un refugio para sus habitantes en estas circunstancias. Para esto, es indispensable la planificación con árboles que, gracias a “la sombra que proyectan y la humedad que expulsan”, disminuyen considerablemente la temperatura, señala el director del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS), Waldo Bustamante. Al respecto, la directora del Diplomado en Manejo de Áreas Verdes Urbanas de la UC, Alejandra Vargas, explica que “cuando se utilizan árboles, la reducción de temperatura es real y, además, es expansiva, tiene un efecto en el entorno, en los alrededores”.

Fuente: País circular

La ola de calor extrema que ha afectado esta semana a la zona central de Chile, entre las regiones de Coquimbo y Ñuble, ha motivado a que las personas que viven en ciudades busquen diferentes formas para capear las altas temperaturas. A nivel formal, Aguas Andinas, junto a 18 municipios de la Región Metropolitana, habilitaron 45 plazas de agua para que los niños puedan refrescarse. Además, la medida responde a la necesidad de manejar responsablemente el consumo hídrico, evitando la apertura de grifos.

Sin embargo, a pesar de ser acciones que pueden ayudar en el corto plazo, la crisis climática -con el aumento de temperaturas y reducción de precipitaciones- obliga a buscar nuevas formas de planificación que eviten que las ciudades se conviertan en islas de calor. En ese aspecto, de acuerdo a especialistas que conversaron con País Circular, es necesario comenzar a reforestar las ciudades, ya que un conjunto de árboles puede ayudar a reducir la temperatura entre 5º C y 10º C.

Islas de calor

En zonas urbanas, las ciudades que están más hacia el sur se encuentran mejor equipadas respecto a árboles, de acuerdo a Alejandra Vargas, académica de la Facultad de Agronomía y Sistemas Naturales (FASN) de la Universidad Católica, y directora del Diplomado en Manejo de Áreas Verdes Urbanas.

De acuerdo a la docente, las urbes sureñas tienen más ventaja respecto a presencia arbórea, ya que muchas áreas naturales quedaron incorporadas en la ciudad. Sin embargo, “una estrategia de áreas verdes, lo que en el fondo se llama infraestructura verde, muy pocas ciudades las tienen. Tenemos un déficit tremendo, porque nuestra forma de habitar el territorio ha sido barrer con la vegetación, construir y después tratar de integrarla”, detalla.

Waldo Bustamante, director del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS), explica que las ciudades se convierten en islas de calor porque todas las actividades que desarrollamos en ellas, que implican generación de energía, sumadas al efecto del sol en materiales como cemento, hormigón y cristal, provocan calor.

“Las ciudades en zonas urbanas tienen una mayor temperatura a las que hay en zonas rurales contiguas, y eso se llama efecto isla de calor. Esto se ha estudiado muchísimo, desde hace décadas, pero ahora se agregan las olas de calor, y para mitigarlas la vegetación es fundamental”, agrega Bustamante.

Disminución de temperatura

Recientemente, usuarios de redes sociales se mostraron indignados por el “paisaje” que quedó al descubierto luego de la reapertura del acceso principal a la Estación Baquedano del Metro de Santiago. La mayoría de las críticas apuntaban al uso excesivo de concreto y la falta de árboles, ya que en días de temperaturas extremas sería un suplicio transitar por la zona.

El director de CEDEUS estima que “la explanada como la que se hizo en Plaza Baquedano, en un clima como el nuestro, es una aberración desde el punto de vista del bienestar para las personas en la ciudad. Existe una serie de estudios que demuestran que los árboles no solo absorben contaminación y material particulado, sino que la sombra que proyectan y la humedad que expulsan al ambiente pueden hacen disminuir la temperatura del aire hasta en 10º C”.

Alejandra Vargas acota que debajo de los árboles, a un metro y medio del suelo, la temperatura baja en 5º C. “Si estás bajo la copa de los árboles y estamos hablando de un día en que hay 35º C, cinco grados menos es bien razonable. Cuando utilizas árboles, la reducción de temperatura es real y, además, es expansiva, tiene un efecto en el entorno, en los alrededores. No solamente bajan la temperatura debajo, sino que también produce un frescor”, detalla.

Candidatos para las ciudades

Contrariamente a lo que se podría pensar, los árboles aptos para las ciudades no son siempre, necesariamente, las especies nativas. La directora del Diplomado en Manejo de Áreas Verdes Urbanas UC detalla que las especies nativas no se dan bien en la ciudad, de forma aislada, porque en general este tipo de árboles necesitan sus propios ecosistemas para poder subsistir.

“Si vas al cerro, uno ve a estos árboles en grupos y tienen suelos muy ricos en materia orgánica. Si sacas un quillay y lo pones solo en la Alameda, con la radiación de la ciudad, más la temperatura y sin su entorno, el quillay se da pésimo. Por esto es que hay que ver especies introducidas, que sean capaces de adaptarse a este entorno, porque las ciudades no son el lugar nativo de nadie: las ciudades cambiaron completamente el paisaje”, precisa.

La docente agrega que no se trata de elegir una sola especie y plantarla por toda la ciudad, sino que tiene que existir diversidad. Por eso, pone como ejemplo el plátano oriental, una especie introducida que genera muchos anticuerpos en los capitalinos por las alergias que provoca, pero es un gran árbol urbano porque se adapta muy bien, crece rápido y produce mucha sombra. La clave, destaca Vargas, es la mezcla, y no usar una sola especie en un área.

El año pasado, Vargas y un grupo de especialistas propusieron una lista de árboles, nativos e introducidos, que pueden servir para la Región Metropolitana, entre los que se encuentran peumo, olivo, molle, pimiento, algarrobo blanco, algarrobo europeo, cedro del Líbano y quillay, entre otras 28 especies.

Áreas verdes sostenibles

Si bien algunos municipios saben de la importancia de crear más áreas verdes, y además cuentan con los recursos para llevar a cabo estas remodelaciones, no todas las iniciativas son necesariamente sostenibles. La académica de la FASN detalla que el año pasado realizó una investigación que cuestiona muchas iniciativas realizadas por comunas con mayor poder adquisitivo, ya que a pesar de tener en consideración el uso responsable de agua, en realidad no están creando áreas verdes sostenibles.

“Mi crítica a este tipo de iniciativas es porque crearon áreas ‘verdes’ que consumen menos agua, pero es porque tienen menos plantas: pusieron más maicillo, gravilla y piedras, pero de más sostenibilidad eso no tiene nada. Uno de los factores que yo considero más importantes en lo que es un área verde sostenible es la reducción de temperatura, porque eso es realmente un aporte, de entre todos los que tiene la vegetación. La disminución de temperatura es un aporte real, medible y súper efectivo”, destaca.

Por su parte, Waldo Bustamante reconoce que existe interés por parte de municipios por crear iniciativas que consideren el desarrollo de áreas verdes, pero es fundamental una política pública que regule y fomente la planificación de espacios no solo en zonas públicas, sino que también en el sector privado.

Los árboles a ras de suelo son lo ideal para crear más sectores verdes en la ciudad que permitan disminuir las temperaturas ambientales, sin embargo, no son las únicas alternativas. Desde CEDEUS proponen políticas públicas basadas en Investigación y Desarrollo (I+D) para implementar techos y muros con vegetación.

“Estas cubiertas permiten que el edificio sea distinto, ya que no absorbe esta energía que absorbe el material sólido como el cemento, y la vegetación está creando sombras hacia el edificio, por lo tanto, genera una menor cantidad de calor que entra al edificio en verano. A su vez, ofrece a la ciudad lo que ofrece un árbol, porque la vegetación también hace disminuir las temperaturas en el entorno del edificio”, concluye Bustamante.

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