El arquitecto Maxim Calujac firma Villa Domes, una casa en la que se demuestra la plasticidad del hormigón y en la que los interiores se conectan con la naturaleza.
Fuente: Revista AD
Cerca de Chisinau, Moldavia, surge en el paisaje Villa Domes, una casa diseñada por el arquitecto Maxim Calujac para una familia de cuatro personas. Las formas sinuosas y orgánicas se combinan con una estructura rítmica y geométrica que convierte la arquitectura de esta vivienda en una verdadera obra de arte. Desde la plasticidad del portal de hormigón, hasta las cúpulas que funcionan como tragaluces, los elementos se combinan para crear una apariencia exterior escultórica y un interior amplio y luminoso.
Un edificio vivo y conectado con la naturaleza
La villa cuenta con tres áreas diferenciadas por funciones: ocio, zona verde y zona común. Una terraza, una piscina y una hoguera componen la zona de ocio. En el interior, las estancias se conectan con el exterior a través de grandes ventanales que permiten la entrada de la naturaleza y el jardín. Todo el mobiliario, diseñado por el arquitecto, se integra a la perfección con la arquitectura, dialogando a través de los materiales elegidos.
“A pesar de la reducida superficie de parcela, la villa transmite una sensación de conexión con la naturaleza, como un lienzo ‘vivo’ enmarcado en enormes ventanales acristalados. Este edificio contrasta con el entorno, y los materiales -corten, madera, hormigón- van evolucionando y madurando con el tiempo”, señalan desde el estudio.
Una entrada protagonista
La entrada representa el acento principal de la casa. “La plasticidad del volumen del portal de hormigón, además de apariencia estética, tiene una función constructiva: aporta un extra de rigidez a toda la estructura, simplificando la estructura metálica de la casa.
Forma escultórica
La forma escultórica del hormigón destaca su expresividad de línea, aprovechando la fachada ‘Corten’”, cuentan desde el estudio.
Luz natural cenital
Utilizadas como claraboyas o lucernarios, las cúpulas del tejado crean espacios de gran amplitud añadiendo una fuente extra de luz natural. “La gran importancia de la composición volumétrico-espacial de la arquitectura viene presentada por la forma piramidal truncada de las ‘Cúpulas’ interiores, que se revelan como estructuras rítmicas exteriorizadas de formas monolíticas”, explican los arquitectos.
Interiores de madera
Las paredes interiores están revestidas de paneles de madera, que aportan un toque acogedor y contrastan con los grandes ventanales de vidrio.
Arte protagonista
Las pinturas y esculturas son los acentos que van creando la dinámica y los contrastes de la tranquilidad de la casa.
Mobiliario en madera
Elaborado por el arquitecto, todo el mobiliario fabricado en madera se va “disolviendo” en el interior debido al uso del mismo material que las paredes.
Amplitud sin pasillos
El plano de la casa se organizó de tal manera que los pasillos son inexistentes y el salón actúa como zona de interconexión de todas las estancias. “La zona técnica está separada de la zona habitable principal, así como la cocina, el salón y los dormitorios. El área de servicio está situada cerca de la entrada principal. La zona de dormitorios está orientada hacia el jardín, al sureste”, explican desde el estudio.
Conexión dentro-fuera
Gracias a las grandes ventanas, el exterior está conectado visualmente con el salón. La zona verde del jardín ofrece sombra en verano y se transforma en una zona de juegos para los niños.
Baño de luz
Conectado al exterior, el baño se abre al jardín a través de un gran ventanal.
Una idea redonda
“Las suaves líneas de la idea arquitectónica, el vínculo entre el lacónico espacio interior y el paisaje, integran orgánicamente esta villa en el entorno natural y actúan como base de la interacción humana con el espacio y el edificio”, concluyen.