Dotado de sobresalientes propiedades ecológicas y con grandes ventajas prácticas y estéticas, Lignoloc emerge como un hito en el campo de la tecnología de fijación, al ser el primer clavo disparable de este tipo. Creado por la firma austríaca Beck y fabricado con madera de haya, su uso está orientado al futuro, en la producción a gran escala, haciendo especial hincapié en el procesamiento sustentable de esta materia prima.

Fuente: Madera 21

Si alguien nos pidiera imaginarnos un clavo, seguramente, y casi sin ninguna duda, la imagen que vendría a nuestra cabeza sería la de uno de metal. Es que si hiciéramos un recorrido por la historia, sucesos como la construcción de las líneas férreas o, incluso, los hallazgos que hablan de cómo habrían sido los clavos en la época de Cristo, nos presentan siempre un elemento metálico, el cual puede variar dependiendo de su tamaño y morfología. 

Clavos de Madera

Considerando lo anterior, y teniendo en cuenta esta realidad arraigada desde hace siglos, es que la irrupción de un clavo fabricado con otra materialidad es un quiebre de paradigma. Y si a eso, además, le sumamos que sean de madera, puede resultar todo aún más asombroso. 

La iniciativa surge desde la firma austríaca Beck, una de las empresas líderes en tecnología de fijación durante más de 80 años. Así, después de que su clavo de madera en tiras obtuviera el permiso de técnica general de construcción alemana en 2020, la nueva versión con cabeza —hecha especialmente para aplicaciones en fachadas— se lanza ahora en 2022. ¿Su nombre? Lignoloc.  

Los clavos están hechos de haya centroeuropea, una especie autóctona de Austria / Beck

Aparte de la novedad en sí misma, el producto es el primero de estas características destinado a un uso que apunta hacia el futuro en la producción industrial y al procesamiento ecológico de la madera. De hecho, los clavos están hechos de haya centroeuropea, una especie renovable con rutas de transporte cortas, lo que facilita su distribución y manipulación. 

También, vale destacar, que éstos vienen comprimidos con una resina para endurecerlos, encontrando longitudes de hasta 65 mm, unas 2,5 pulgadas. La razón de la elección de la haya, aparte de ser autóctona de Austria —país donde se encuentra la empresa Beck—, es porque su crecimiento recto le da una estructura celular más homogénea al producto final, generando un resultado de muchísima más calidad y resistencia. 

¿Cómo funcionan estos clavos y qué se puede hacer con ellos?

La firma también cuenta con su propia clavadora automática de Lignoloc / Beck

A primera vista, el hecho de que este nuevo producto sea de madera y no de metal, puede generar ciertas dudas antes de llegar a un pleno convencimiento de su eficacia. Interrogantes relacionadas a su resistencia ante el impacto —en el momento preciso en que se introduce— son normales, al no tener un conocimiento previo de su funcionamiento. Entonces, ¿cuál es el secreto? 

La respuesta se encuentra, además de su compresión y de que son hechos de haya, en el diseño especial de la punta del clavo. De esta manera, ante la gran cantidad de calor generado por la fricción en el instante del clavado a alta velocidad, la lignina de éste —polímero natural heterogéneo de carácter aromático y constituyente de las plantas— se suelda con la madera circundante, para formar un enlace de sustancia a sustancia.

Al respecto, es importante señalar que sí es posible clavarlos con un martillo y sin taladrar previamente, ya que su dureza es comparable a los de aluminio. Sin embargo, desde Beck —más allá de un afán comercial recomiendan utilizar la clavadora neumática especial Lignoloc. Los motivos tienen que ver con que el artefacto genera una gran cantidad de calor por fricción cuando el clavo se introduce en la madera, generando una soldadura entre ambos. Hecho que no sucede al realizar la acción con el martillo. 

Su dureza es comparable al aluminio, por lo que puede clavarse con un martillo y sin taladrar previamente / Beck

Acerca de qué tipo de trabajos se pueden realizar con ellos, las opciones son variadas. Esto, debido a que la principal aplicación de destino es el revestimiento de madera horizontal y vertical. Así, el clavo con cabeza permite sujetar de forma segura los paneles de revestimiento exterior, otorgándole una punta roma que no se parte y que es adecuada para las fachadas de maderas blandas más comunes. En definitiva, la gama de aplicaciones puede ser muy diversa, ya sea un cobertizo para el jardín, un separador de ambientes, unas pantallas de privacidad o, bien, para fijar todos los elementos de madera maciza en una casa particular. 

Otro punto de gran importancia es que estos clavos funcionan perfectamente en materiales como OSB, aglomerado, MDF, madera contrachapada o en tableros de fibra de yeso, aumentando el espectro de posibilidades para llevar a cabo algún proyecto y echar a volar la imaginación.

Sus ventajas y su rol ecológico

Su huella de carbono es inferior a cero y pueden ser reciclados por ser de madera / Beck

Si nos adentramos rápidamente en los beneficios prácticos, podemos decir que estos clavos son resistentes a los hongos y no dejan rastros de corrosión o rayaduras en la madera. También, tienen una mejor protección contra incendios en la estructura —superiores a las fijaciones metálicas— y evitan que las hojas de sierra se rompan al tropezar con clavos de acero. Además, no se requiere encolar la madera ni taladrar previamente, siendo un proceso más limpio y menos engorroso. Todo eso, sin contar que Lignoloc no actúa como puente térmico, evita la decoloración antiestética y provoca un menor desgaste de la herramienta cuando, posteriormente, se procesan componentes de madera clavados. 

En cuanto a la huella de carbono —teniendo en cuenta que poseen resina— ésta es inferior a cero, lo que significa que el proceso completo de fabricación emite menos dióxido de carbono del que ya se ahorra en la madera de haya utilizada.  Aquello, sin considerar que los clavos de madera son apenas visibles, no rayan en la materia prima y cuentan con una cualidad fundamental; después de su uso, se reciclan o recuperan con la propia madera, sin ser necesario ningún proceso de separación. A diferencia de los metálicos. 

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