Las consecuencias de un sismo de gran magnitud no terminan cuando se atiende la emergencia humana y material. SINC visitó Valdivia y Chiloé, en el sur del país, que estuvieron entre las zonas más afectadas por el mayor terremoto de la historia, cuyos efectos en las comunidades y los ecosistemas siguen vigentes.

Fuente: SINC

La mayoría de los terremotos son fenómenos geológicos que duran apenas unos minutos, pero sus consecuencias pueden marcar un antes y un después para quien lo experimenta. Este es el caso del terremoto de Valdivia (Chile, 1960), el mayor de la historia desde que hay registros.

En lo que se tarda apenas en preparar una tostada causó destrozos apocalípticos: junto a la catástrofe humana y material, modificó cauces de ríos, hundió islas varios metros en el mar, activó erupciones volcánicas, desbordó un lago en las montañas que inundó poblaciones enteras y generó un descomunal maremoto que causó muertos y destrozos a decenas de miles de kilómetros de Chile, en Hawái y Japón.

Recorremos Valdivia y Chiloé, una de las costas más afectadas del país, para ser testigos de los efectos del terremoto que siguen vigentes después de seis décadas. Porque tres minutos y medio bastaron para transformar algunas vidas y paisajes para siempre.

El 22 de mayo de 1960 a las 15:11 h, una zona de falla situada junto a la costa de Chile se rompió a lo largo de casi 1.000 km. Las placas tectónicas a ambos lados se deslizaron 20-30 metros entre sí, liberando una energía acumulada durante siglos. El terremoto que produjo esta ruptura –de magnitud 9,5– desató una energía 20.000 veces superior a la de la bomba atómica que destruyó Hiroshima en 1945.

Hasta la fecha, no se había medido de forma instrumental un evento sísmico de esta magnitud. Según el geofísico Richard Aster, si se sumase toda la energía liberada por terremotos en el planeta durante el siglo XX, equivaldría a un terremoto de magnitud 9,95. Y el 25% de toda esa energía se atribuiría solo al terremoto de Valdivia.

Valdivia tras el terremoto y el desbordamiento del lago Riñihue / Coleccion Familia Nicolas Arias

En realidad, el megaterremoto fue el colofón de una serie de sismos precursores que comenzaron el día anterior: seis sismos sobre magnitud 6 y otro de 7,8 tan solo 15 minutos antes del megaterremoto. Este fuerte temblor de aviso y el hecho de que aquel día era un domingo soleado, con mucha gente en la calle, contribuyó a reducir la tragedia humana.

“A pesar de su magnitud, el terremoto no produjo tantos fallecidos. La gran cantidad de víctimas que generó es producto del maremoto. Sí que provocó, en cambio, un enorme daño en infraestructuras. Se tardó 3-4 días en recuperar la comunicación”, explica a SINC el historiador Ricardo Molina, profesor emérito de la Universidad Austral. Las estimaciones varían, pero –incluyendo el maremoto– no superan los 5.500 fallecidos globalmente.

El terremoto con el que tembló el Pacífico 

El colosal maremoto, que en algunos puntos tuvo 10 metros de altura, se desplazó por el océano a 700 km/h y afectó a las islas de Pascua, Tahití, Hawái y causó graves daños en puertos de California. A Japón las olas llegaron con 6 m, destruyeron 5.000 casas y mataron a 190 personas casi a las 24 horas.

El maremoto llegó a Japón 24 horas después del sismo. Imagen de la ciudad de Ōfunato / Asahi Shimbun

En Chile, el sismo dañó 450.000 viviendas y las pérdidas materiales ascendieron a 500 millones de dólares de la época. Equivalente a más de la mitad del presupuesto nacional para 1960 y un 12% de su PIB, como recoge el geólogo Carlos Rojas, profesor del Instituto de Ciencias de la Tierra de la UACh, en su libro Valdivia 1960.

Tres minutos que transformaron el paisaje

En los sedimentos de la cuenca de Valdivia hay evidencias de que megaterremotos como este se repiten cada 300-400 años. El antecedente más claro fue en 1575. Las crónicas de la época relataron un fuerte temblor que causó mucha destrucción, un maremoto y el desbordamiento de un lago.

En 1960, el movimiento sísmico activó la erupción del volcán Puyehue casi dos días después. Sus efectos fueron menores en Chile, con una gran dispersión de cenizas hacia Argentina.

También hubo algunas consecuencias menos negativas, como el hecho de que se pudo empezar a navegar algunos ríos por el hundimiento de sus cauces. Además, se inundaron terrenos de uso agrícola-ganadero que con el tiempo dieron lugar a los característicos humedales de los alrededores de Valdivia.

Panorámica actual de Valdivia y sus áreas cercanas. El terremoto generó riberas bajas y nuevas zonas de humedales / Alejandro Muñoz

“Estamos en zona de choque de placas tectónicas y todos estos fenómenos son absolutamente normales. Los terremotos son creadores de paisaje”, explica el profesor Rojas a SINC.

Como anécdota, los leones marinos –actual atractivo turístico– se instalaron en la ciudad poco después del terremoto. Al profundizarse el cauce del estuario, tanto por el hundimiento del terreno como por la limpieza que generó el maremoto, aumentó la salinidad de las aguas y permitió que los animales se adaptaran a estas condiciones.

El barrio que se llevó el maremoto

A unos 250 km al sur de Valdivia, en la ciudad de Ancud, el maremoto llegó con fuerza. Un niño de 9 años nunca olvidó aquel día. Julio Mayorga (72) estaba ayudando a su familia a faenar un cerdo. Vivían prácticamente en la playa, en el humilde barrio de La Arena. Su padre era pescador, pero no tenía dinero para tener su propio bote.

“Nos fuimos a un cerrito donde se veía la bahía y recuerdo que se secó el mar. El maremoto vino con fuerza y se llevó todo. Mi casa, mi calle, el cerdo que estábamos faenando, nuestro modo de vida y mi triciclo rojo de hierro con campanitas en el puño”, relata Mayorga a SINC.

Julio Mayorga (72) tenía 9 años cuando sucedió el terremoto. Su familia perdió todo y él nunca volvió a tener juguetes / Alejandro Muñoz

A los tres días del maremoto visitó lo que había sido su barrio. No quedaba nada. “Recuerdo la pobreza absoluta. Ni siquiera quedaba el sitio donde había estado mi casa, solo escombros y animales muertos”.

Aquel niño no volvió a tener juguetes. No había un estado benefactor y su familia no recibió ninguna ayuda. Se trasladaron de la playa al monte, donde ocuparon una población en construcción. Un radical cambio de vida para un niño criado entre pescadores.

Si la isla se hunde, habrá que subir a las casas 

El terremoto hundió las costas de Chiloé entre 1-3 metros. En Quellón –a unos 100 km al sur de Ancud– no llegó el maremoto, pero aquel día subió el mar y no volvió a bajar igual.

Oriana Soto (84) tenía un bebé y estaba embarazada de su segunda hija. Recuerda con dolor el terremoto. Esa noche durmió amontonada con otras personas en un cerro. Sufrieron pobreza y carencia de alimentos. Robó pan para subsistir.

Oriana Soto (84) subió la altura de su casa mediante gatos, como si fuera un coche, para evitar que entrara la marea. Desde entonces el suelo de su salón no está nivelado / Alejandro Muñoz

Cuando pudo volver a casa vivió varios meses en el segundo piso, porque con el hundimiento de la isla la marea entraba en la planta baja. “Tuvimos que subir la casa. Con unos gatos la levantaron esquina por esquina. Pero como usted ve el suelo no quedó tan nivelado”, comenta la anciana a SINC.

Las réplicas del terremoto mantuvieron la tierra temblando durante un mes después de aquel 22 de mayo, recuerda Nita Hernández (88). Por aquel entonces ella era maestra de una escuela rural y previno a mucha gente para no huir por mar, porque podría ser fatal. Después tuvo que cambiar de casa a consecuencia del hundimiento de la isla. Hoy sigue en activo como bombera.

Nita Hernández (88) es bombera y maestra retirada. Tuvo que cambiar de casa por el hundimiento de la isla grande de Chiloé / Alejandro Muñoz

El lago que inundó Valdivia dos meses después

La principal respuesta a la emergencia se concentró en Valdivia, entonces la tercera ciudad más industrializada de Chile. El terremoto taponó el desagüe del lago Riñihue –a 90 km de la ciudad– lo que ocasionó un sobrenivel del lago de 26,5 m en 63 días. El gran volumen de agua almacenada obligó a adoptar medidas preventivas.

Durante dos meses, en una iniciativa sin precedentes, un equipo de obreros e ingenieros trabajó contrarreloj para crear canales de descarga y minimizar la inundación. Este hito se recoge en el documental ‘La Respuesta’, de Leopoldo Castedo.

Si no se hubiera ejecutado estas obras, el escape descontrolado del agua sobreacumulada podría haber alcanzado un caudal de 25.000 m3/seg frente al habitual del río, de unos 2.000 m3/seg.

El desagüe intervenido de las aguas, denominado ‘Riñihuazo’, se inició el 25 de julio y se prolongó hasta el 29. “El agua arrastró casas hasta el mar y dejó tras de sí una región desolada, cubierta con fango, arena y una infinidad de despojos”, escribe el profesor Carlos Rojas. 

El terremoto se adelantó a la ciencia 

El terremoto de 1960 se produjo en medio de una revolución científica y tecnológica. Se adelantó a su tiempo, porque el concepto de la tectónica de placas no se había demostrado todavía y la red mundial de sismógrafos no entró en funcionamiento hasta tres años más tarde.

“Si se hubiese producido 10 años después hubiésemos aprendido mucho más de él”, reconoce Rojas.

Nita Hernández en la puerta de su casa tras el terremoto / Alejandro Muñoz

Después de la catástrofe se reforzaron las normas de construcciones antisísmicas. “La gran mayoría de los daños ocurrieron en aquellas zonas de Valdivia donde había relleno artificial, antiguos pantanos interiores de la ciudad que fueron objeto de relleno y sobre los cuales se expandió la ciudad”, explica Carlos Rojas a SINC.

Más de 60 años después del temblor, el terremoto de Valdivia nos invita a reflexionar sobre las consecuencias de un evento de estas características y su duración en el tiempo. Especialmente para las personas que lo experimentan.

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