No solo importan las características intrínsecas de los materiales para determinar su huella ecológica, también hay que tener en cuenta otros factores como las emisiones generadas por su transporte y eficiencia

Fuente: La Vanguardia

Madera, celulosa, corcho, arena compactada… cada vez se habla más de proyectos arquitectónicos de todo tipo que incluyen materiales sostenibles. El sector de la construcción se  suma a la preocupación global por el futuro del planeta y trata de minimizar el impacto ambiental que ocasionan sus actividades.

Desde el punto de vista de la sostenibilidad, los materiales más atractivos suelen tener un origen natural y, además, se pueden volver a reutilizar. Por lo tanto, su empleo también muestra cómo el sector puede apostar por soluciones vinculadas a la economía circular. Además de los casos acabados de mencionar, hay otras materias como las algas posidonias que se utilizan como aislante, y que pueden resultar sorprendentes para un observador profano en cuestiones relacionadas con la construcción.

Muchas veces se presenta una construcción hecha con estos materiales sostenibles como un ejemplo de proyecto respetuoso con el medio ambiente. Pero ¿es suficiente con emplear estos elementos primarios? ¿O conviene tener en cuenta otros factores? Desde el sector explican en qué consiste esta minimización de la huella de carbono.

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En la construcción y tal y como explica Teresa Batlle, socia fundadora de Picharchitects/Pich-Aguilera y presidenta del comité científico de la Asociación de Sostenibililidad y  Arquitectura (ASA), para conocer bien el volumen de emisiones de un material “debe mirarse el impacto en el entorno que tiene no solo en su extracción, sino también en su fabricación, en el transporte, en la construcción y el que genera a lo largo de su vida útil”. 

Batlle apunta que esta última área ha comenzado a atraer la atención de los profesionales en los últimos años. “Ahora, como empezamos a hablar más de economía circular en el sector, nos fijamos en el impacto ambiental que tiene a lo largo de su vida útil, eso quiere decir valorar aspectos como su reciclaje”.

José Toral, del estudio Peris + Toral arquitectes, también explica qué materias primas son las más interesantes desde el punto de vista de una extracción sostenible: “los materiales más interesantes son los que proceden de nuestra biosfera, ya que se pueden reutilizar. Por ejemplo, cuando construimos con tierra compactada, en lugar de usar cemento utilizamos cal porque el primero conlleva emitir CO2”.

En cuanto a los procesos para convertir la materia prima en un material apto para la construcción con un proceso que deje poca huella de carbono y emplee poca energía, Toral vuelve a recurrir a un caso concreto: “en lugar de hacer una cocción para obtener un ladrillo, usamos una prensa hidráulica que le da una presión”. El proceso de creación de este adobe culmina, según Toral, “dejándolo secar durante meses”.

Si se analiza el transporte, aquí se corre el riesgo de deshacer parte del trabajo previo. Los materiales pueden tener una huella muy baja, pero si se tienen que importar desde un país lejano, se puede disparar el impacto ambiental que generan. “Puedes utilizar madera que no contamina, pero no tiene sentido que la tengas que traer desde Canadá”, puntualiza Teresa Batlle. Esta necesidad de importar materias primas se ha disparado en las últimas décadas con la mejora de los transportes, lo que ha propiciado que haya una gran disponibilidad de materiales y los proyectos tendieran a utilizarlos en cantidades generosas sin tener en cuenta un empleo optimizado.

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A la hora de reducir la huella de CO2 no todo depende del proceso de construcción y de los materiales. También es importante tener presente que la eficiencia energética debe ligarse también con el ciclo de vida útil del edificio . Tener en cuenta esta fase de provecho de la edificación también puede ayudar a escoger una materia por encima de otra.

En este sentido, el responsable del estudio Peris+Toral explica que, “a veces, asumimos utilizar materiales que tengan un poco más de huella de carbono, si luego nos ayudan a administrar mejor el gasto de energía durante la vida útil del edificio”

Siguiendo con los criterios para primar uno u otro material, Toral señala que “no hay que pensar que hay unos materiales buenos y otros malos, hay que saber cómo utilizarlos”. E insiste en la idea de optimizar el uso de los materiales y no fijarse en exclusiva en que tengan un origen natural, porque “si utilizas un material que contamina, pero necesitas la mitad de cantidad, también estás contaminando un 50% menos”.

También es importante tener en cuenta el reciclaje de materiales. Batlle explica que hay dos grandes opciones, “reutilizarlos en otras construcciones o descomponerlos para devolverlos a la naturaleza”. En esta última categoría entran aquellos que “tienen compuestos biológicos que no dañan al medio ambiente”, puntualiza.

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