La necesidad de gestión de residuos y su valorización crea proyectos muy prometedores para el medioambiente, como es el caso del proyecto “FUELCAM” que se centra en el uso de terpenos hidrogenados para crear biocombustible con cáscaras de naranja o resina de pinos.

Fuente: Sacyr

La necesidad de gestión de residuos y su valorización crea proyectos muy prometedores para el medioambiente, como es el caso del proyecto de la Universidad Politécnica de Madrid y de la Universidad de Castilla la Mancha, llamado “FUELCAM” que se centra en el uso de terpenos hidrogenados para crear biocombustible con cáscaras de naranja resina de pinos.

Las cáscaras de naranja podrían generar biocombustible

“Todo surge porque pedimos un proyecto hace cinco años para revalorizar residuos de la región de Castilla La Mancha”, explica Magín Lapuerta, Profesor de la Universidad de Castilla – La Mancha, donde es coordinador del Grupo de Combustibles y Motores (GCM-UCLM) y asesor del Comité de normatividad europea para combustibles.
“La primera parte de este trabajo fue con la trementina, un terpeno que destilamos de la resina del pino y sometemos a hidrogenación, para que no produzca humo negro en la combustión”, explica Lapuerta. Después lo extendimos a las cáscaras de naranja, muy desaprovechadas en cooperativas y por los agricultores.

Este trabajo surge de la tesis de David Donoso, investigador de la ETS de Ingeniería Industrial de la UCLM, que comprende tres líneas de investigación con tres materias primas diferentes, tres terpenos hidrogenados: la trementina, el aceite de naranja hidrogenado y el tercero la CST, que es trementina sulfatada, un residuo de la industria papelera. 

“La hidrogenación completa del combustible permite reducir su emisión de hollín un 55 %, según hemos comprobado en nuestro estudio”, señala David Donoso.

La primera imagen es un reactor de hidrogenación y la segunda un esquema del efecto de hidrogenar aceite de naranja (o limoneno puro) sobre la tendencia a la formación de hollín (componente principal de las partículas emitidas por el motor).

La trementina realmente no es un residuo, se extrae del pino, y se usa principalmente para hacer otros productos como el aguarrás. Aunque su extracción sería muy útil para recuperar la industria del pino y para evitar incendios, esta línea de investigación parece menos prometedora.

Por eso se centraron el CST y la piel de naranja. “El estudio para crear combustible se ha hecho con un reactor en la Politécnica. Se creó suficiente cantidad como para quemarla en un motor”, explica Lapuerta.

En Castilla La Mancha se han probado mezclados con combustibles diésel. En los ensayos, el 20% es trementina hidrogenada o aceite de naranja hidrogenado, y el 80% es diésel. “Podría elevarse el porcentaje de biocombustible. El valor añadido que le damos nosotros es que lo hemos hidrogenado”, explican los investigadores. También podría probarse en motores de gasolina.

“Ahora habría que dar el salto a la escala industrial, probar los biocombustibles mezclados con JetA1 en turbinas de aviación” explica José Laureano Canoira López, Catedrático de Universidad del área de conocimiento Ingeniería química, Universidad Politécnica de Madrid (UPM).

Motor sobre el que se hicieron los ensayos.

“Nos falta disponer de un banco de turbinas para poder extender estos resultados al sector de la aviación. Necesitamos alguna empresa de refino o biorefinería que quiera hacer esta hidrogenación e intentar preparar una cantidad importante para empezar con pruebas en aviones reales”, explican los investigadores.

Sin embargo, existe un gap que parece difícil cubrir. Para probarlo de una manera efectiva habría que conseguir al menos 100 litros, pero las petroleras para que sean rentables estas pruebas, como mínimo, tendrían que hacer 1.000 litros y asumir este riesgo.

La ASTM (American Society for Testing and Materials) marca la posibilidad de uso de entre un 10% y un 50% de biocombustibles en aviación siempre que se cumplan las normas.

Hay más líneas abiertas para el futuro. Existen otros residuos terpénicos, como los deshechos de mantenimiento de parques y jardines municipales, sobre todo las hojas, que podrían utilizarse también para hacer biocombustibles. 
 

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