Pese a que el ministerio de Obras Públicas tiene trazado ese sector de la ciudad puerto, desde la UCN y Ceaza advierten que se debe considerar el lugar, la concentración de biomasa, la instalación de emisarios, el régimen de circulación de las corrientes marinas para la dispersión de la salmuera, así como el monitoreo constante -y en laboratorio- de los organismos, entre otros.
Fuente: Semanario Tiempo
Se espera que, durante el segundo semestre de este año, el Ministerio de Obras Públicas (MOP) inicie el proceso de licitación de una planta desaladora en la región de Coquimbo. La obra, ansiada en la zona, se desarrollaría bajo el modelo de concesiones, incluso en la última visita del presidente de la República, Gabriel Boric, se mencionó que se considerarían los estudios de la sanitaria Aguas del Valle para su materialización.
Lo anterior no es lo único que contempla el Ejecutivo, pues el MOP tiene definido que sea el sector de El Panul de Coquimbo el lugar de emplazamiento del complejo, cuya inversión demandará unos US$300 millones, con una probable puesta en marcha en el 2029.
Entre las características del proyecto se encuentra la construcción, la operación y el transporte de agua desalada, tanto para la conurbación Coquimbo- La Serena, como también para la ciudad de Ovalle, lo que incluye consumo humano y recurso para riego, beneficiando a unas 540.000 personas. Tendrá una capacidad de 1.200 litros por segundo.
Con esos antecedentes, Semanario Tiempo recogió algunas consideraciones de los especialistas, pues el área de El Panul fue el sitio considerado por Aguas del Valle donde intentó impulsar una planta desaladora para La Serena y Coquimbo, pero que fracasó en su etapa de evaluación ambiental.
Orlando Astudillo, investigador del Ceaza, indicó que para la instalación y funcionamiento de una planta se deben cumplir dos condiciones. “La primera es evitar la ubicación de torres de captación de agua de mar en sectores de la costa que presenten alta concentración de biomasa fitoplanctónica o retención de organismos marinos transportados por las corrientes y que puedan ser colisionados o succionados en la toma de agua”, destacó.
Adicionalmente, mencionó que “debe contemplarse que, para la instalación de los emisarios de salmuera, deben privilegiarse emplazamientos donde el régimen de circulación y dispersión presente máximos locales, de modo de diluir en menor tiempo la descarga de salmuera y evitar el desarrollo y mantenimiento de anomalías salinas por sobre lo observado naturalmente “, planteó.
Joel Barraza, académico de la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad Católica del Norte (UCN) indicó que el principal problema de las desaladoras es la descarga es la concentración de sal, “que es la misma del mar, y puede generar estragos en el ecosistema y dañar la biótica del fondo marino”. Sin embargo, añadió que existe “tecnología para hacerlo bien, la que debe ser desarrollada y revisada por expertos”.
“Más que las consideraciones de la biótica son las propias de la desaladora, pues más rápido se diluya la carga es menos complejo”.
De acuerdo con el especialista, El Panul es un sector abierto y expuesto, que contribuye a mitigar el efecto de la salmuera, y “si se incluye un buen nivel de ingeniería, no hay problemas”.
Astudillo, en tanto, esgrimió que “en las etapas de construcción y operación de una planta desaladora debe considerarse el monitoreo constante y experimentación en laboratorio del impacto de los organismos marinos ante las descargas de salmuera, para identificar medidas de mitigación, como, por ejemplo, la disminución de la concentración salina de la descarga al mar por medio de difusores”.