Esta es la pregunta que se ha hecho la NASA y, al parecer, tiene mucha posibilidad de volverse una realidad. La ciencia ficción, a menudo, imagina nuestro futuro en Marte y otros planetas manejados por máquinas, con ciudades metálicas y autos voladores que se elevan sobre las dunas de arena roja. Pero, la realidad puede ser aún más extraña y “más verde”, indican en la Agencia Espacial. Y es que en lugar de hábitats hechos de metal y vidrio, la NASA está explorando tecnologías que podrían desarrollar estructuras a partir de hongos para convertirse en los futuros hogares en las estrellas y, tal vez, conducir a formas de vida más sostenibles también en la Tierra.

El proyecto de micoarquitectura del Centro de Investigación Ames de la NASA en el Silicon Valley de California es la creación de prototipos de tecnologías que podrían “cultivar” hábitats en la Luna, Marte y más allá de la vida. Se trata, específicamente, de los hilos subterráneos que constituyen la parte principal de El hongo, conocido como micelios. El proyecto prevé un futuro en el que los exploradores humanos puedan traer un hábitat compacto construido con un material liviano con hongos inactivos que durarán largos viajes a lugares como Marte. A su llegada, al desplegar esa estructura básica y solamente con agregar agua, los hongos podrán crecer alrededor de ese marco en un hábitat humano completamente funcional, todo mientras están contenidos de forma segura dentro del hábitat para evitar contaminar el ambiente marciano.

¿Cómo operaría? Al igual que los astronautas, el micelio fúngico es una forma de vida que tiene que comer y respirar. Ahí es donde entran las cianobacterias, un tipo de bacteria que puede usar la energía del Sol para convertir el agua y el dióxido de carbono en oxígeno y alimento para hongos. Estas piezas se unen en un concepto de hábitat con una cúpula de tres capas. La capa más externa está hecha de hielo de agua congelada, quizás extraída de los recursos de la Luna o Marte, explican los científicos. Esa agua sirve como protección contra la radiación y llega a la segunda capa: las cianobacterias. Esta capa puede tomar esa agua y fotosintetizar usando la luz exterior que brilla a través de la capa helada para producir oxígeno para los astronautas y nutrientes para la capa final de micelios.

Esa última capa de micelios es lo que crece orgánicamente en un hogar resistente, primero activado para crecer en un ambiente contenido y luego horneado para matar las formas de vida, proporcionando integridad estructural y asegurando que ninguna vida contamine a Marte y a cualquier vida microbiana que ya esté allí. Incluso si algunos micelios se llegasen a escapar de alguna manera, serán alterados genéticamente para que sean incapaces de sobrevivir fuera del hábitat.

Esta investigación está respaldada por el programa Conceptos avanzados innovadores de la NASA, conocido como NIAC, y es parte de un campo conocido como biología sintética: el estudio de cómo podemos usar la vida misma como tecnología, en este caso hongos.

+Información:
www.nasa.gov/feature/ames/myco-architecture

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