Durante el año 2021 se llevó a cabo la remodelación del tradicional mirador de Temuco. Un proceso que consideró pino Oregón, herramientas manuales y técnicas carpinteras, de la mano del sentido panorámico que ofrece la vista más privilegiada de la ciudad. “El uso de la madera permite este vínculo arquitectónico, convirtiendo el material en un interlocutor del lugar y del paisaje que se quiere subrayar”, dice el arquitecto a cargo.
Es la única área silvestre protegida que está al interior del radio urbano de una ciudad chilena, quedando a siete cuadras al norte de la plaza Aníbal Pinto. Muchos coinciden en que es el hito territorial más importante de toda la metrópoli, tanto por su calidad de monumento natural, por su cercanía con el centro y por sus gratitudes únicas y especiales; su historia ancestral mapuche, su flora y su fauna, así como su oportunidad paisajística.
El Cerro Ñielol es el punto más alto de Temuco y seguramente uno de los más significativos de la Región de La Araucanía. Con registros de altura máxima cercanos a los 335 msnm, la elevación ofrece bellas vistas panorámicas de la urbe, entre ellas, los volcanes Villarrica, Llaima, Lonquimay, Lanín y Tolhuaca, siendo uno de los atractivos turísticos más importantes de la capital. Parte de este atributo visual se debe a la madera y a las estructuras que permiten proyectar de mejor manera la visión.
En la siguiente publicación conoceremos más de la renovación completa de su histórico mirador, desarrollada a lo largo de 2021 e inaugurada a fines de ese año.
Proceso constructivo
Tal como explica Jaime Inostroza, el arquitecto del proyecto, el anterior mirador principal poseía una antigüedad de casi 40 años, la que quedaba en evidencia en los deterioros estructurales y en las imperfecciones que provoca el paso del tiempo. Fue por ello que a partir de un estudio estructural y arquitectónico, se recuperaron y fortificaron las bases existentes de hormigón, se conservaron los cuatros pilares de ciprés existentes y se conformó un nuevo cuerpo, con madera de pino oregón.
“La remodelación consistió en reforzar las fundaciones de hormigón existentes; en un arriostramiento de los cuatro pilares de ciprés, de sección 28cmx28cm; en un nuevo puente de acceso universal; un entramado estructural de pino oregón en doble altura y una escalera que vincula el interior y exterior del primer nivel, dejando como remate el balcón en el segundo”, dice.
Todo el proceso comenzó en febrero de 2021, con la presentación a la municipalidad y la venia de la Sociedad Amigos del Árbol, la organización medioambiental más antigua del país y que vela por la protección de este bien nacional. Tras los permisos respectivos, los trabajos de la obra gruesa se iniciaron en agosto y culminaron en diciembre de ese año, con gratas satisfacciones para el arquitecto.
“En Chile existen diecisiete monumentos naturales declarados y uno de ellos es el Cerro Ñielol. Para la intervención, una de mis reflexiones fue poder construir arquitectura con las preexistencias, logrando así que la obra tuviera el menor impacto ambiental y que su huella de carbono fuera la menor posible. El uso de la madera permite este vínculo arquitectónico, convirtiendo el material en un interlocutor del lugar y del paisaje que se quiere subrayar”, declara.
Inostroza detalla que el proyecto se abasteció de pino oregón por medio de un proveedor local, cercano a los alrededores de Villarrica, cuyo material se trabajó por medio de uniones a media tabla y tornillos estructurales. En esta etapa predominaron las herramientas y las técnicas de carpintería, junto con el uso de ácido oxálico para evitar la humedad y la aparición de hongos. A eso se sumaron los retardantes para el fuego y un protector de madera con terminación mate.
Altura y altitud, luz y universalidad
Adentrándonos en la historia detrás de este proyecto, el profesional a cargo recuerda una conversación con el último Premio Nacional de Arquitectura, Fernando Pérez Oyarzún, quien luego de conocer más sobre el mismo, le sugirió recordar lo que hablaba otro chileno que obtuvo el mismo galardón hace más de cuatro décadas; Alberto Cruz Covarrubias, y específicamente, sus reflexiones sobre la altura y la altitud.
“De cierta manera, el proyecto construye una nueva altitud para la ciudad de Temuco y se vuelve un espacio urbano de encuentro y un regalo para el habitante”, añade Inostroza. Su trabajo profundizó en uno de los principios fundamentales de la arquitectura, que es cómo ésta puede ser elevada, o suspendida, al unísono de que su secuencia de llegadas y la experiencia del usuario, entre el lleno y el vacío, quede cualificada por la luz.
“Esto conforma el lugar y el emplazamiento”, sigue el arquitecto. “La renovación del mirador intentó buscar una nueva medida. Una escala entre el cielo, el árbol y la plataforma existente”.
Para cumplir con este perfil aéreo y poder enmarcar el paisaje del territorio, se recurrió a un aspecto característico de las viviendas antiguas de la zona. Hablamos del zaguán, un espacio cubierto ubicado inmediatamente tras la puerta de entrada, como preámbulo del resto del hogar.
Así como señala Inostroza, una buena parte de estas estructuras dedicaban un vidrio de tipo catedral que dejaba vislumbrar, sin descubrir mucho del interior. El rescatar este velo de luz, una idea proveniente del habitar antiguo de Temuco, fue lo que quiso incorporar para el mirador nuevo.
Y es que hoy los modos para recorrerlo y habitarlo son distintos al anterior, dice el proyectista. Antes de ingresar, el visitante atraviesa un pequeño umbral de sombra, con el objetivo de que la vista se mida en una doble altura. Por otro lado, en la parte inferior a esa zona, se define una ventana continua y una banca perimetral, con las que los usuarios pueden contemplar el paisaje de la ciudad y el perfil del cerro Conunhueno.
Continuando con sus atributos, una escalera vincula dicho balcón con el segundo nivel, con el fin de situar al usuario en una nueva altitud del lugar. Y por último, otra novedad de esta remodelación tuvo que ver con su entrada, ya que, como mencionaba el arquitecto, el nuevo mirador del Cerro Ñielol hoy tiene un puente de accesibilidad universal. Una prioridad del proyecto.
Arquitectura de preexistencia
La renovación completa de la estructura consideró todas las normativas vigentes de la Ordenanza General de Urbanismo y Construcción (OGUC), dejando satisfechos al equipo realizador y también a la plana municipal.
“Estamos muy contentos porque el Cerro Ñielol tendrá un nuevo mirador, mucho más alto y con mejor panorámica. Tenemos que conservarlo y cuidarlo, estamos muy felices porque nuestro cerro está teniendo atractivos que van de la mano con la sustentabilidad”, dijo el alcalde Roberto Neira en la inauguración de diciembre.
En la actividad, Jaime Inostroza declaró que el comienzo de las obras no fue fácil, debido principalmente a que la pandemia retrasó el proceso constructivo. Ésto fue por la falta de stock en madera y la alta demanda por ella, lo que significó comenzar en agosto. Sin embargo, la confianza en esta iniciativa les otorgó la paciencia necesaria para ejecutar cada uno de los pasos en el tiempo correspondiente.
Esa vez el arquitecto aprovechó la oportunidad de mencionar que se encuentran trabajando en dos miradores más, también en madera, para el Cerro Ñielol, con el fin de fortalecer el turismo en la zona. Ambos están considerados para 2022 y 2023.
Hoy, a meses de la inauguración del primero y conociendo sus resultados, una de sus mayores gratificaciones fue “poder desarrollar arquitectura con las preexistencias. Y que, a la vez, se pudo recuperar un espacio urbano que permite, tanto para el ciudadano o el visitante, un lugar de encuentro con la naturaleza existente. Una medida con la geografía aérea del territorio y una nueva altitud”.