Tras registrar en distintas inundaciones en el mundo que han ocasionado serios daños, la arquitectura ofrece soluciones para combatir esta problemática.

Fuente: Inmobiliare

En las próximas tres décadas, más de mil millones de personas vivirán en ciudades catalogadas con alto riesgo de sufrir inundaciones catastróficas, según un estudio de la organización Christian Aid. La suma de elementos como la mala traza urbana, la contaminación y el cambio climático, ha generado un aumento en este tipo de desastres que tienen un origen multifactorial. 

Durante el 2019, regiones de Mozambique, Irán y Malawi se vieron afectadas por el alza del agua al punto de resultar en mil muertes y miles de desplazados. Y recientemente, el paso del huracán Grace dejó a 22 municipios de Veracruz en estado de emergencia y varias zonas inundadas en México.

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Por esta razón, varios expertos han comenzado a buscar alternativas en el diseño y modelos de construcción que podrían disminuir los daños e incluso salvar vidas. La primera opción son las barreras permanentes en zonas claves, según un estudio de la compañía de planificación Dewberry. Este tipo de construcción se refiere a los muros de concreto o mampostería impermeables que imposibilitan el paso del agua.  

Junto a lo anterior, está el mantenimiento y mejoramiento de las infraestructuras ya existentes; en muchas ocasiones estas barreras se encuentran en malas condiciones. 

Otra alternativa es que los arquitectos, además de incluir diseños elevados sobre el nivel de inundación (dependiendo de la región), utilicen cada vez más materiales resistentes y de alta tecnología. Los materiales deberán ser pensados para resistir la humedad y hasta 72 horas de contacto con agua, entre ellos destacan el concreto, el aislamiento de espuma y el ladrillo vidriado.

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También, incluir en el diseño sistemas de captación de agua de lluvia que permitirán el aprovechamiento y, de esta forma, se evita que toda esa agua se concentre en las ciudades. 

El SCALL es una de las soluciones más baratas y que ofrecen mayores beneficios, tanto a corto como largo plazo, según un estudio de la UNAM. Y la alternativa más sostenible es la inclusión de árboles y vegetación en los proyectos de construcción, ya que esto permitirá amortiguar las fuertes lluvias y evitará la erosión de los suelos. 

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