“El suelo es la parte más superficial de la corteza terrestre, es un cuerpo tridimensional que recubre la superficie continental”, explica el profesor Eduardo Martínez, académico de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la U. de Chile. En el marco del Día Mundial del Suelo, que se conmemora cada 5 de diciembre, el investigador destaca, además, la relevancia de este “componente vital” para el desarrollo de las diversas especies y ecosistemas, y aborda el caso del edificio Kandinsky en las dunas de Concón para explicar por qué no todo suelo es apto para construir.

Fuente: Universidad de Chile

El suelo es un sistema poroso constituido por tres fases: sólidos, líquidos y gaseoso. Los sólidos son básicamente la fracción mineral y materia orgánica. Según la ciencia de edafología, es todo aquel sustrato que permite el desarrollo de las plantas”, explica el profesor Eduardo Martínez, académico de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile e investigador de Centro de Semillas y Árboles Forestales (CESAF).

El profesor Martínez detalla, además, que constituye el hábitat de plantas, animales, hongos, bacterias, entre otros. “Por esta razón, es común escuchar que el suelo está vivo”, dice el experto. Sin embargo, debido a sus múltiples usos, se le ha asignado definiciones utilitarias como, por ejemplo, que es el soporte para la edificación de infraestructuras. El suelo también es uno de los principales recursos utilizados para la producción de alimentos y debemos preservarlo para que mantenga sus funciones y no se degrade.

No se puede edificar en cualquier parte

De acuerdo al académico, lo que se considera apropiado o adecuado debe ser definido por los planes reguladores comunales. “Se sabe que muchos de estos planes están desactualizados o sencillamente no existen. Del punto de vista de la construcción, los suelos ofrecen distintas facilidades o limitaciones, siendo los suelos rocosos los más aptos por las mejores condiciones para edificar sobre ellos”, destaca el experto. 

Por otra parte, según Martínez, un suelo se podría considerar no apto para estos fines cuando la edificación genera efectos indeseables sobre un área de preservación ecológica adyacente o bien cuando pese a las medidas constructivas el sistema se ve sobrepasado por condiciones climáticas no previstas en los cálculos de diseño.

Académico U. de Chile explica la importancia del suelo y por qué no se puede edificar en cualquier parte
Académico U. de Chile explica la importancia del suelo y por qué no se puede edificar en cualquier parte

“Nuevamente, la edificación en sí misma no es el problema. El problema podría asociarse al efecto en las zonas circundantes a la edificación. Por ejemplo, la obra puede estar muy bien calculada y ejecutada, pero si no se resuelve la evacuación del agua en el entorno pueden acelerarse procesos erosivos de manera catastrófica. Lo anterior cobra relevancia en situaciones de alta pendiente y suelo arenoso o poco coherente. Otros casos de suelos no aptos para edificar serían todos aquellos ubicados en zonas de alto riesgo de desastres naturales, como crecidas de ríos, marejadas, zonas de inundación por tsunamis, zonas de riesgo volcánico y de remociones en masa, entre otros”, destaca el investigador.

El caso del edificio de Concón

“Chile está atravesando por un ciclo de mega sequía. Eso nos hizo olvidar rápidamente qué sucede cuando llueve ‘como antes’. Resulta que este 2023 y tal vez parte del 2024 estaremos en un ciclo climático del Niño, que en nuestro país se expresa con aumento de la cantidad e intensidad de las precipitaciones. Las pérdidas al patrimonio de las personas es un asunto sensible, pero ¿cómo cuantificamos el valor de las toneladas de suelo que fueron a parar al mar?”, reflexiona el académico Eduardo Martínez respecto a la situación del edificio Kandinsky, ubicado en Concón, Región de Valparaíso. Hoy, los socavones que rodean el edificio han hecho que sus habitantes dejen sus departamentos ante el inminente peligro de derrumbe, luego de las precipitaciones del invierno y la primavera.

El socavón resultante pone en riesgo la estabilidad de las infraestructuras aledañas, especialmente aguas arriba. Esta clase de fenómenos son bien conocidas por los habitantes del secano interior de la Cordillera de la Costa y se denominan cárcavas o barrancos. Es cuestión de ponerse a mirar la fisionomía y comportamiento, en ambos casos las pérdidas económicas son catastróficas. Sin embargo, las pérdidas en los ambientes rurales muchas veces parecen ignorarse y las cárcavas suelen considerarse como parte del paisaje natural, ignorando que su existencia responde a prácticas de cultivo inapropiadas implementadas de forma extensiva a mediados del siglo XIX”, comenta el académico.

“Evitar su degradación es un asunto de máxima prioridad. Hoy sufrimos las consecuencias del cambio climático e ignoramos la relevancia del suelo como un sumidero de carbono”, agrega el académico.

El profesor Martínez detalla que una lección de este caso es que, dada la rapidez del fenómeno, se deben implementar rápidas medidas de contención, se deben desviar las aguas de la cárcava hacia una zona segura, como una quebrada natural. “En paralelo, se deben estabilizar los taludes de hacia pendientes más suaves y ubicar barreras dentro que permitan, por un lado, evitar la profundización de la zanja y también retener los sedimentos que vienen aguas arriba. En un ambiente urbanizado debieran considerarse, además, otras medidas adicionales que eviten cualquier riesgo a las personas y su infraestructura. Lo importante es actuar rápido ¿Se imaginan qué pasaría si se produce otro frente de lluvias intensas?”, advierte el académico.

El suelo podríamos asimilarlo con la piel de un humano. Así de relevante es para mantener nuestra propia existencia en el planeta Tierra”, destaca Eduardo Martínez. “Evitar su degradación es un asunto de máxima prioridad. Hoy sufrimos las consecuencias del cambio climático e ignoramos la relevancia del suelo como un sumidero de carbono. El suelo, si es apropiadamente manejado, puede actuar como reservorio de carbono. Así como las plantas asimilan el CO2 de la atmósfera mediante la fotosíntesis, el suelo acumula carbono mediante la transformación de la materia orgánica -restos vegetales y animales- en compuestos orgánicos estables”, indica el investigador de la Universidad de Chile.

Ver Anterior

Rehabilitar la cubierta de un edificio podría reducir su demanda energética en un 40%

Ver Siguiente

MINVU lanzó nuevo sistema de certificación de Vivienda Sustentable

1 estrella2 estrellas3 estrellas4 estrellas5 estrellas (Ninguna valoración todavía)
Cargando...

Comentar Publicación