Cuanto más ahorro de energía consigamos, menos emisiones de CO2 liberaremos. El impulso de la eficiencia energética es una de las claves para hacer frente al cambio climático.

Fuente: Sostenibilidad

La energía más limpia, barata y segura es la que no se utiliza. Puede parecer una obviedad, pero así lo destaca literalmente la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la organización mundial más importante en el análisis y prospectiva del sector energético. No es una afirmación gratuita, sino un factor esencial en la transición a una economía descarbonizada.

Nuestro modelo económico actual funciona de la siguiente forma: a mayor crecimiento económico, mayores emisiones de CO2. Urge pasar a otro modelo donde sea posible vivir mejor consumiendo menos energía y, por tanto, emitiendo menos. Recordemos que el consumo de energía está detrás de tres cuartas partes de las emisiones causantes del calentamiento global.

El nuevo récord de emisiones de CO2 nos aleja de la neutralidad climática

Existe consenso científico en que, para evitar los efectos más devastadores del cambio climático, la temperatura del planeta no debería subir más de 1,5 grados al final de este siglo. Sin embargo, esta ya ha aumentado más de 1,1 grados con relación a los niveles preindustriales.

Cuál es la energía más sostenible y barata

El camino para limitar el ascenso de las temperaturas lleva años marcado por los expertos: alcanzar la neutralidad de emisiones de CO2 para 2050. Sin embargo, las emisiones globales han alcanzado un nuevo récord en 2022, con 40.600 millones de toneladas, según el último informe de Global Carbon Project, presentado en el marco de la COP27.

El reto de alcanzar la neutralidad en carbono es ciertamente histórico y no tiene precedentes: posibilitar el desarrollo sostenible no sólo a los actuales 8.000 millones de habitantes del planeta, sino a los casi 10.000 millones que lo poblarán en 2050.

Y está particularmente de actualidad en el contexto de la crisis energética derivada de la invasión de Ucrania por Rusia, que pone más de relieve que nunca la necesidad de ahorrar energía e incrementar la independencia energética a través de las energías renovables.

La clave: el impulso de las renovables y el ahorro de energía

Para superarlo, es imprescindible desplegar al máximo las energías renovables -como la eólica y la solar- que no generan emisiones, y paralelamente electrificar la economía -en la industria, los servicios, el transporte y el hogar- para reducir drásticamente el uso de combustibles fósiles. También desarrollar las tecnologías que permiten almacenar energía, como las baterías o el hidrógeno verde.

Todo ello es imprescindible, pero no suficiente. Como subraya la AIE, sin un decidido impulso al ahorro de energía (no consumir) y la eficiencia (lograr el mismo resultado con menos energía) será imposible descarbonizar la economía y situar el calentamiento global en un nivel asumible. No en vano denomina la eficiencia energética como el “primer combustible” (first fuel).

Y pone cifras a ese impulso: debemos reducir la intensidad energética (la energía necesaria por unidad de PIB) a nivel global un 4 % cada año hasta 2030 (más del doble que la década anterior). Puede parecer poco, pero se ve de otra forma si consideramos que ese impulso adicional equivale a ahorrar cada año toda la energía que consume China o cuatro veces más que el gas que importó la Unión Europea de Rusia en 2021.

Solo de esta forma será posible alcanzar las previsiones de la AIE en su escenario de emisiones neutras (net-zero emissions). En caso contrario, la demanda de energía final no se reduciría, sino aumentaría un 18 % en 2030 y con ella las emisiones de CO2. La buena noticia es que ese impulso extra a la eficiencia energética supondría la creación de diez millones de empleos a 2030.

Las Empresas de Servicios Energéticos, especialistas en ahorro de energía

La mejora de la eficiencia energética afecta a toda la economía, desde el sector industrial (con la mejora de procesos, entre otras medidas), al residencial (con mejores aislamientos y sistemas más eficientes y sostenibles de iluminación y climatización), al transporte (con la introducción del coche eléctrico y de otras formas de movilidad, como el vehículo compartido) y las Administraciones Públicas (con mejora del alumbrado de los municipios y sistemas más eficientes de climatización de los edificios). Pero muchas comparten un mismo enfoque, en la medida en que se orientan principalmente a actuar sobre el lado de la demanda de energía, es decir, a optimizar el consumo energético por parte del usuario.

Ante la creciente importancia del ahorro de energía, desde hace años se ha asentado ya un importante subsector energético, el de las Empresas de Servicios Energéticos, (conocidas como ESEs o ESCOs, por sus siglas en inglés, “Energy Services Companies”), especializadas en implantar proyectos de eficiencia energética que supongan un ahorro en el consumo y en la factura energética del cliente.

¿Cómo logran las ESE descarbonizar las empresas o las administraciones locales? Empresas líderes del sector proponen al cliente un enfoque integral que incluye tanto medidas de mejora de la eficiencia energética de los procesos y los edificios, como la incorporación de energías renovables, la digitalización de la gestión energética y medidas regenerativas de impacto positivo relacionadas con la economía circular.

Desarrollan su actividad en diferentes campos:

  • Iluminación, tanto alumbrado exterior como interior.
  • Climatización.
  • Monitorización y gestión energética.
  • Envolvente de edificios.
  • Procesos industriales.
  • Motores, bombas, equipos de aire comprimido, etc.)
  • Movilidad sostenible.

Los resultados son notorios. Solo en España, las ESE consiguen un 37 % de ahorro energético medio por proyecto. Lo que se traduce en un ahorro medio económico del 112.000 euros al año.

La peculiaridad de las ESE es que el pago de los servicios prestados se basa en los ahorros energéticos previamente acordados en un Contrato de Servicios Energéticos. Es decir, la ESE se compromete a que su cliente consiga ahorrar energía a cambio de los ingresos correspondientes a una parte de los ahorros obtenidos.

La ciudad de Gijón y el ahorro de energía: Smart city, Smart light

Un caso de éxito en el campo de los servicios energéticos es el protagonizado por el Ayuntamiento de Gijón, en España. La ciudad asturiana busca acelerar la descarbonización a través de la instalación de fuentes de energía renovable y de tecnologías de almacenamiento, el desarrollo de comunidades energéticas y la generación de oportunidades para la innovación, el emprendimiento y la creación de empleo y el desarrollo sostenible de la ciudad.

Para conseguirlo, ACCIONA Energía, compañía adjudicataria del proyecto, será la responsable de la gestión integral e inteligente del suministro y la gestión energética, eléctrica y térmica del alumbrado público, de los edificios e instalaciones municipales, el despliegue y operación de la red neutra, abierta e interoperable para soportar servicios de Internet de las Cosas y la innovación de los servicios para su desarrollo verde y digital.

Estas medidas reducirán hasta un 68 % el consumo eléctrico de los servicios municipales y de alumbrado público y un 15 % el consumo térmico, gracias a lo cual las emisiones de CO2 descenderán al menos un 30 %.

La fórmula matemática es muy simple: cuanta menos energía empleemos, menos CO2 emitiremos a la atmósfera. Algo que agradecerán tanto nuestro gasto energético como el medio ambiente.

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