El gerente de desarrollo del IDIEM, Ricardo Flores, proyectó que explorar la capacidad de reutilización de los materiales permitirá prescindir cada vez más de la extracción de recursos naturales para crearlos. Para ello será fundamental disponer de espacios para ensayar y validar nuevos materiales que contengan elementos reutilizados, asegurando que sus atributos resguarden la calidad del producto final.

Fuente: País Circular

El tránsito hacia la economía circular en la construcción es probablemente uno de los mayores retos para la actividad humana en este siglo. Su impacto se relaciona con la capacidad del sector para avanzar no solo hacia un menor uso de recursos naturales, sino también a generar procesos con una huella de carbono significativamente más acotada.

De hecho, la construcción es el rubro que más aporta a la emisión de gases de efecto invernadero. Esto se explica, sin embargo, por su amplia influencia para la sociedad moderna, desde las viviendas en que habita la creciente población del mundo, hasta la infraestructura para la productividad de los países, pasando por los puentes y carreteras que otorgan conectividad.

La ciudad del presente debería ser la principal fuente de materiales para la construcción del futuro

Por eso, se espera que el enfoque de economía circular contribuya a que el sector responda de mejor forma a los desafíos derivados de la crisis climática, aunque para ello hay un nivel inicial: que las construcciones cumplan los objetivos de funcionalidad y seguridad con que fueron creadas, expone Ricardo Flores, gerente de desarrollo del IDIEM.

“El principal desafío de la sostenibilidad en construcción es que las edificaciones respondan a los embates de la naturaleza. Veamos lo que ocurrió en Turquía, no están pensando si la construcción es eficiente o innovadora, sino que cumpla su propósito. En Chile, tenemos un ecosistema normativo y procesos de verificación de calidad que nos permite aumentar las exigencias constructivas en temas de productividad, eficiencia y sostenibilidad”, asegura Flores.

Ciudad del futuro

El IDIEM de la Universidad de Chile (con más de cien años de historia), ha contribuido a que el país disponga de normativas y capacidades de ensayo y certificación de materiales. Este conocimiento será fundamental para acompañar un nuevo proceso de evolución: la reutilización de los elementos.

“Siempre se pensó que los materiales de la construcción eran de primer uso, pero hoy eso no es suficiente y el sector avanza hacia un enfoque de economía circular. Esto significa estar permanentemente reutilizando esos materiales. El concepto de áridos reciclados o artificiales, el uso de nuevos elementos para la fabricación de cemento u hormigón van en esa dirección”, señala el gerente de desarrollo del organismo.

Explorar las capacidades de reutilización de los materiales –la prolongación de su vida útil o el uso de nuevos compuestos para el desarrollo de estructuras que hoy son confiables y seguras– es un concepto de interés en el contexto de la economía circular en la construcción. Para ello, por ejemplo, IDIEM dispone de capacidades de laboratorio que permiten evaluar nuevos materiales y validar su cumplimiento de las normas existentes.

En ese sentido, Flores comenta que “el principal desafío en el contexto de la economía circular para este sector es entender que una ciudad como la que tenemos hoy es la principal fuente de materiales de construcción para la ciudad del futuro. Para obtenerlos no hay que ir a consumir bosques y recursos naturales, si ya tenemos una zona urbana construida y queremos mejorar esos espacios, probablemente la principal fuente de materiales estará en esa misma ciudad”.

Desde esa perspectiva, IDIEM acompaña diversos frentes a nivel regulatorio y de innovación en el país, como la evolución de la normativa, el rol de los materiales, la validación de sus nuevos usos y el testeo de estos. La iniciativa Construye Zero, apoyada por Corfo y liderada por el CTeC (el Centro Tecnológico para la Innovación en la Construcción), es una de estas acciones.

Su objetivo es contribuir al proceso de transformación de la industria de la construcción desde la perspectiva de la productividad y la sustentabilidad, en la que IDIEM es una entidad co ejecutora, junto a diversos representantes de la industria y universidades.

“Lo que se busca es que efectivamente los nuevos proyectos tengan un menor impacto en huella de carbono y en el impacto ambiental que tiene. Somos parte de esa iniciativa con otras empresas. Lo que hacemos en nuestro rol de acompañar a la industria es generar capacidades de laboratorio y ensayo que nos permitan testear nuevas condiciones y nuevos materiales para validar ese menor impacto al medio ambiente, afirma el gerente de IDIEM.

Resiliencia estructural

La ocurrencia de desastres naturales y eventos de catástrofe constituye siempre una oportunidad de aprendizaje para el sector de la construcción. Aunque en el caso chileno el ejemplo más próximo es el de los terremotos, el contexto del calentamiento global impone nuevas exigencias. “Este tipo de situaciones nos da la oportunidad de abrir espacios para considerar nueva información para discutir”, puntualiza Ricardo Flores.

Como referencia, se estima que en el actual escenario las catástrofes naturales, específicamente las relacionadas con el clima, se han quintuplicado en los últimos 50 años, provocando más de dos millones de muertes, principalmente en países en vías de desarrollo. Pese a la magnitud de vidas perdidas en estos eventos, se calcula que los avances en sistemas de alerta y gestión igualmente han contribuido a reducir el número de decesos.

El escenario de riesgo natural y la necesidad de avanzar hacia enfoques de menor impacto en los sistemas de construcción, desde la disponibilidad de materiales hasta el desarrollo de técnicas más eficientes, requiere de un importante nivel de organización. Según el ejecutivo del centro nacional, este trabajo preliminar es clave para que las edificaciones se mantengan siendo seguras, confiables y sin riesgos para las personas.

“Somos un país sísmico y cuando los chilenos bromeamos con que un terremoto no nos da miedo, es porque hay un sistema integral de protección sísmica, constituido por reglamentos, normas, procesos e instituciones. Por ejemplo, la normativa de acero, de hormigón u otras. Todas en conjunto hacen un buen sistema de cara a esta lógica de prevención y resiliencia estructural. Y eso es algo que debemos preservar en el desafío de la circularidad y reutilización de los materiales”, concluye Flores.

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