La construcción industrializada plantea una solución a los retos del sector en un escenario incierto. Las promotoras demandan que estos edificios deben ser competitivos en precio.

Fuente: Expansión

Corren tiempos difíciles para el sector de la construcción. Problemas como la falta de adaptación del modelo al mundo digital, la escasez de suelo y la falta de mano de obra cualificada plantean interrogantes en torno al futuro de una industria esencial para la economía española. En este contexto, la industrialización emerge como una solución que puede ayudar a modernizar la forma de construir, explotar y gestionar los edificios. Estos aspectos se abordaron en el encuentro Opex/Capex: Ventajas de la construcción industrializada en diferentes tipologías de proyectos, organizado por EXPANSIÓN en colaboración con Ávita, la constructora industrial de Grupo Avintia.

Acuciado por problemas como la escasez de mano de obra, “el sector de la construcción debe reinventarse para poder seguir poniendo producto en el mercado”, afirmó José Ignacio Esteban, director general de Ávita. Por ello, la compañía ha desarrollado un modelo integral de construcción industrializada basado en una intensa colaboración entre proveedores y adaptado a las demandas de los promotores: “Entendimos que no se trataba de industrializar porque sí, sino de crear un tipo de producto que fuese sostenible y encajase en su modelo económico financiero”.

Industrialización

Beneficios

Una de las principales ventajas que ofrece este sistema tiene que ver con el tiempo. Como indicó Esteban, “permite trabajar entre un 30% y un 40% más rápido que en una obra tradicional: somos capaces de hacer una obra en unos 16 meses, incluso menos”.

La construcción industrializada también contribuye a optimizar costes y a evitar ineficiencias en distintos puntos de la cadena, gracias a una precisión mucho más alta en las mediciones y a una mejor coordinación entre todos los actores que participan en cada proyecto. Jaume Alcover, director de márketing de Baxi, explicó que “la instalación de equipos de climatización tiende a sufrir importantes cambios” respecto a lo previsto en la construcción tradicional, que devalúan el resultado final. En cambio, Alcover subrayó que “la construcción industrializada solventa muchos de estos problemas y garantiza que se ejecute con la calidad del diseño original”.

En la misma línea, la integración de sistemas de monitorización y gestión del consumo de energía favorecen la eficiencia energética y optimizan la toma de decisiones a partir de los datos. Así lo indicó Angélica Tarrasa, responsable del canal de promotoras y arquitectos de Schneider Electric, que apuntó que “trabajar en un entorno colaborativo facilita el control de los precios sin afectar a la calidad del producto”. Además, añadió otros beneficios como el mantenimiento predictivo y “el control de los consumos, que facilita la concienciación del usuario final” por medio de la bonificación o penalización de hábitos de consumo.

Históricamente los inversores han dado prioridad a una buena ubicación y un precio que asegurase la rentabilidad, pero “nos encontramos ante un cambio de paradigma impulsado por el alza en los costes de energía que ha disparado los consumos”, señaló Silvia Ferro, consultora sénior de Kley Campus, firma que gestione e invierte en residencias estudiantiles. Aunque la profesionalización de los promotores ha aumentado, estos problemas de calidad posventa generan importantes sobrecostes. Ferro puso en valor que “la construcción industrializada permite controlar este tipo de riesgos”.

Roberto Campos, director general de Grupo Avintia Real Estate, incidió en que “en estos tiempos de incertidumbre, la construcción industrializada es la única solución para el desarrollo del negocio inmobiliario”. En este sentido, planteó que “si no existiera un producto industrializado como Ávita, que no requiere tanta mano de obra y hace que los costes no sean variables, no sería viable”. Asimismo, la sensorización juega un papel clave para su explotación, dado que permite conocer con exactitud qué ocurre en el edificio.

“Intentamos que el edificio sea sostenible en todo su ciclo de vida pero, sobre todo, que sea de muy bajo consumo”, aseguró José Ignacio Esteban. El director general de Ávita sugirió que es necesario encontrar un equilibrio entre los costes de operación y los de explotación: “Cuando alguien paga una vivienda asequible pero que tiene un consumo de energía elevado, sus gastos de explotación serán muy altos”.

En el escenario actual, Jaume Alcover puntualizó que “la volatilidad provoca que nadie pueda anticipar cuáles serán los costes energéticos en el futuro”. En edificios como los hoteles y residencias, donde el cliente gasta pero es el explotador quien paga, “resulta fundamental que requieran un mantenimiento bajo para asegurar su viabilidad”, recalcó Roberto Campos.

Se trata de un desafío notable en un contexto en el que los promotores reclaman que estos edificios deben ser competitivos en precio como requisito fundamental. Como reconoció Silvia Ferro, “no podemos admitir sobrecostes: de momento no estamos dispuestos a pagar más porque el dinero cuesta”.

En definitiva, ante los retos que implica la transformación del sector, “la respuesta pasa por la innovación, la digitalización y la construcción industrializada que permite crear procesos y aprovechar todo el potencial del I+D y de la sensórica para convertirlo en datos”, concluyó Angélica Tarrasa.

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