Una de las líneas de acción por las que apuesta el proyecto Enorregión es la modernización de la industria vitivinícola a través de la sostenibilidad, la digitalización y la integración con el medio.
Fuente: Nueve Cuatro Uno
La digitalización y aprovechamiento de las nuevas tecnologías nunca han estado reñidos con la defensa de la sostenibilidad y el respeto del medio ambiente. De esta idea son firmes defensoras diversas bodegas que a diario trabajan en instalaciones integradas en el entorno para ser una parte más del paisaje y que sus actividades tengan el mínimo impacto ambiental en el territorio. Una de las líneas de acción, además, por las que apuesta el proyecto Enorregión, que pone el foco en la modernización de la industria vitivinícola a través de la sostenibilidad y la digitalización.
La nueva bodega de Beronia, del grupo González Byass, ha cumplido este año su tercera vendimia pero todavía no ha podido inaugurar sus instalaciones que destacan por estar parcialmente cubiertas por el terreno. «Aunque para nosotros esto es el presente, notamos que hay mucha sensibilidad en el sector para adquirir estos compromisos de sostenibilidad y dejar un legado más sostenible a las nuevas generaciones. Pero, además, hay sensibilidad desde la parte consumidora, lo que ayuda a la hora de vender los vinos», señala su director técnico, Matías Calleja.
Esta firma es parte de una era donde las bodegas están digitalizadas al cien por cien, con tecnologías totalmente actuales. “La sostenibilidad es parte del ADN de Beronia, que fue una de las primeras en La Rioja en tener un sistema de gestión de calidad y medioambiental en 1999. Aquí defendemos el lema ‘5+5’, porque son cinco las generaciones que la familia González lleva apostando por esta filosofía y cinco más las que están en el horizonte como objetivo a cumplir, siempre buscando la naturalidad a la vez que la excelencia de las uvas”.
En las próximas semanas, además, recibirá la certificación internacional LEED (Líder en Eficiencia Energética y Diseño Sostenible), convirtiéndose así en la primera bodega europea con la nueva legislación de este título “que es mucho más exigente y que no solo ampara los procesos de elaboración sino toda la construcción, para la que se han empleado materiales sostenibles y reciclados”. Es, además, la única bodega en instalar un sistema de regeneración y lavado por ondas electromagnéticas de barricas con el fin de alargar su vida.
Otra de las grandes bodegas que le dan la mano a la sostenibilidad es Campo Viejo. Desde sus inicios en el 2001, cuando todavía el término sostenible no estaba instaurado en el diccionario del sector vitivinícola, camina bajo el paraguas del respeto al entorno, aprovechando los recursos que este brinda gratuitamente. De ahí que gran parte de su construcción se encuentre enterrada en el paisaje defendiendo ese principio de arquitectura sostenible y haciendo un guiño también a esos antiguos calados subterráneos.
Estíbaliz Torrealba es la responsable de Desarrollo Sostenible de la firma y reconoce que la apuesta pasa porque la sostenibilidad “no forme parte de procesos adicionales ni proyectos específicos, sino que se convierta en una estrategia global y en una forma de trabajo, como defiende Campo Viejo”. Desde el trabajo en viñedo, con productos fitosanitarios de residuo cero, viñedos en ecológico y agricultura regenerativa, riego solar y estaciones meteorológicas para supervisar los viñedos, hasta que se entregan las botellas a los consumidores.
“Descargamos la uva por gravedad, evitando también otro consumo energético y cuidando la calidad de la uva, no usamos combustibles fósiles, la ventilación funciona por convección natural. Con una bodega construida bajo esta filosofía no queda otra que trabajar la sostenibilidad desde el minuto uno, en todos los procesos. Y en este sentido el proyecto Enorregión va a ayudar a poner en valor el compromiso de las bodegas y sus productos, así como fijar objetivos comunes en el sector”, apunta la responsable.
Y entre tanta tecnología aplicada al sector, las certificaciones no tardan en llegar. Campo Viejo se convirtió en 2016 en la primera bodega en obtener el título Wineries for Climate Protection concedido por la Federación Española del Vino, “una certificación importantísima porque es la única en materia de sostenibilidad hecha por y para el sector y sujeta a un riguroso control bianual para demostrar el compromiso en energía, emisiones, agua y residuos”. Un título que también ostenta Beronia y otras firmas riojanas como Ramón Bilbao, Roda o Carlos Moro, “y es que la mayoría de bodegas han entendido que es la única manera de permanecer porque el sector del vino se alimenta de lo que viene del campo, por lo que es incoherente no respetar esa materia prima de la que se nutre”.
Pero Torrealba destaca que lo más importante es que exista una colaboración a la hora de trabajar por la sostenibilidad: “No podemos caminar solos y para lograrlo necesitamos, primero, a los agricultores que saben en todo momento los avances, porque lo que es bueno para nosotros lo es para ellos, y también con los proveedores de botellas y embalaje. Algo que tiene mucho impacto ambiental es el packaging, así que toca ir de la mano para convertir este negocio en uno más sostenible”.