Teletrabajo y presencialidad convivirán al combinarse reuniones físicas y virtuales; los puestos de trabajo serán dinámicos y cada vez más orientados a la productividad, la cooperación y el bienestar de los empleados.

Fuente: I’MNOVATION

Si se consulta a los gurús del mundo empresarial acerca de los modelos de oficina del futuro, existe un término que aparece una y otra vez: trabajo híbrido. Y es que, hasta hace pocos años, la disyuntiva era clara: la mayoría de los puestos de trabajo eran presenciales, mientras que una pequeña proporción de los empleados apostaba por el teletrabajo. Luego llegó la pandemia y aceleró la transición, pero en el fondo, la transformación venía ya impulsada por la digitalización y el cambio tecnológico. Ejemplo de ello son conceptos como la realidad mixta o el metaverso, que empezarán a sonar cada vez más fuerte en el trabajo diario. Por eso el trabajo como actividad y no como un lugar al que acudir cada día es una realidad cada vez más evidente.

Oficinas del Futuro

Tal como se apunta en un artículo de Work & Place, estamos antes la confluencia de numerosos factores, que van desde la nueva cultura de trabajo postpandemia hasta movimientos más profundos como la industria 4.0, la inteligencia artificial, la automatización de procesos y la internacionalización de los equipos de trabajo

Así, la evolución apunta hacia modelos híbridos que conjuguen la presencia física de los trabajadores y la posibilidad de trabajar en remoto. Y no hablamos de una hipótesis lejana en el tiempo: un reciente informe de Glisser señalaba que dos tercios de las principales empresas del índice FTSE 100 estadounidense ya apuestan por modalidades de trabajo híbrido. Y ahí la tecnología desempeñará un papel crucial. 

La oficina del futuro difuminará la frontera entre lo físico y lo virtual

En el mundo de la oficina, estar o no estar solía ser el dilema. Sin embargo, la innovación tecnológica está transformado el mismísimo concepto de presencia. Las videoconferencias han venido para quedarse, pero van a ir más allá de una webcam en el portátil en casa. A tenor de la propuesta en la que está trabajando Google, las videoconferencias van a convivir con las reuniones presenciales. Campfire es el nombre con el que han bautizado esta nueva fórmula de trabajo.

Se trata de espacios semicirculares y modulares en los que se combina la presencia de participantes “de carne y hueso” con pantallas verticales que simulan la presencia de participantes en línea, aunque en igualdad de condiciones.

Otra forma de interpretar la movilidad en Google será la posibilidad de solicitar el traslado a otras oficinas de la empresa, lo que combinará el nomadismo digital con las oficinas de cemento y ladrillo. En declaraciones a The New York Times, Michelle Kaufmann, responsable del rediseño de la oficina del futuro de Google, apunta hacia el fin del puesto de trabajo propio. El objetivo es que los empleados puedan ocupar cualquier puesto en función de la asistencia de ese día, y que también puedan crear su propia sala de reuniones con el tamaño que necesiten.

Esta idea de puestos de trabajo nómadas se complementará con un sistema que permitirá cambiar automáticamente la configuración de un puesto, con cuestiones como la iluminación o la altura de la mesa, en función del usuario y su identidad digital. Es decir, los espacios se adaptarán a los empleados y no al contrario.

Uno de los detalles más curiosos en esta filosofía de oficinas reconfigurables y espacios modulares es un robot que, en caso de una reunión confidencial, se acerca al puesto de trabajo e infla una pared neumática provisional.

Tal como indicábamos en un artículo reciente, el metaverso está destinado a modelar la oficina del futuro.

Así, además de propuestas como el Campfire de Google, comenzará a normalizarse la idea de combinar reuniones de equipo presenciales con el salto al metaverso por medio de gafas de realidad virtual o mixta y avatares. De igual manera, se podrá inspeccionar instalaciones industriales a miles de kilómetros desde el puesto de trabajo y sin necesidad de desplazarse.

Por último, el software también será clave en la transición hacia los modelos híbridos. Una muestra de ello es Atmosphere, una app de espacios de trabajo desarrollada por Okta, una empresa con base en San Francisco. Ese software impulsará un modelo que han bautizado como Trabajo Dinámico.

Gracias a Atmosphere, los empleados tienen un perfil único al que se adaptan automáticamente los dispositivos a los que se conectan y desde el que pueden reservar recursos como salas de reuniones o ver calendarios de compañeros de trabajo y conectarse a reuniones celebradas en otros lugares. Ese tipo de iniciativas están destinadas a cambiar la relación de las personas con sus dispositivos.

El fin del dispositivo único

Si los modelos de economía compartida, tales como el motosharing, han ido diluyendo la idea de la propiedad de vehículos, todo apunta a que los dispositivos de computación vivirán una revolución parecida en la oficina del futuro. La economía de las plataformas y de los ecosistemas implica que la idea de un empleado vinculado a su ordenador de sobremesa y a su escritorio como una extensión de su cuerpo tiene los días contados.

Más allá del dispositivo, la filosofía de trabajo se basará en la identidad digital. Un empleado pasará de su portátil a una tableta o al móvil y luego al ordenador de sobremesa en la oficina de manera ágil y sin interrupciones. Hablamos de una nube de dispositivos siempre conectados con tecnologías como el 5G.

Por supuesto, esta hiperconectividad requerirá nuevas medidas de seguridad para proteger la información y la identidad de los usuarios. Es probable que la tecnología blockchain también tenga mucho que decir a efectos de las oficinas del futuro.  

Computación en la nube: la reconfiguración de los espacios

Hace algunos años los cuartos de servidores con sus luces parpadeantes y las sopas de cables, supervisadas por el responsable de IT, eran un panorama habitual en las empresas. Sin embargo, tanto esos espacios como los dedicados al almacenamiento de archivos en papel han corrido la misma suerte: la migración hacia la nube y la implantación de la filosofía del paperless.

Por regla general, gran parte de la capacidad de almacenamiento está ya en la nube, pero parece que la capacidad de procesamiento también experimentará una dinámica similar. En 2021, Microsoft anunció su sistema operativo Cloud PC que ofrece todas las capacidades de un sistema operativo estándar en casi cualquier dispositivo, desde una tableta hasta un televisor, pasando por dispositivos Android o Apple. Por supuesto, los primeros en beneficiarse de este enfoque han sido los entornos empresariales.

Así, es probable que los espacios se dediquen a crear ambientes colaborativos con soluciones tecnológicas completamente integradas en el entorno o en el propio cuerpo, desde pantallas en las paredes hasta gafas de realidad mixta. O lo que es lo mismo: la interfaz de usuario imponiéndose al hardware puro y duro como podía ser una torre de un ordenador de sobremesa, un portátil o una impresora.

En resumen, la oficina del futuro estará marcada por una filosofía híbrida en la que la tecnología estará al servicio de los empleados con independencia del lugar en el que se encuentren y el dispositivo que utilicen. Y, por encima de todo, definirá nuevas maneras de socializar y colaborar.

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