La Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) acaba de publicar su informe anual sobre inversiones. ¿A dónde va el dinero?

Fuente: MIT Technology Review

El dinero mueve el mundo y, en lo que respecta a la energía, estamos viendo más financiación que nunca. Empresas, instituciones de investigación y gobiernos están invirtiendo en tecnologías que podrían ayudar a alimentar nuestro mundo en el futuro.

La Agencia Internacional de Energía (IEA) acaba de publicar su informe anual sobre la inversión mundial en energía. En 2022, se invirtieron 2,8 billones de dólares (unos 2,6 billones de euros) en energías, de los cuales 1,7 billones (unos 1,6 billones de euros) se destinaron a energías limpias.

Esta es la mayor inversión anual en energías limpias de la historia, y su destino es bastante interesante. Hay buenas y malas noticias, además de un par de detalles sorprendentes. Así que coge unas palomitas, y vamos a sumergirnos en los datos.

Los combustibles fósiles flaquean

Empecemos por las buenas noticias: se está invirtiendo mucho dinero en energías limpias, incluidas las renovables, la nuclear y las que contribuyen a reducir las emisiones, como los vehículos eléctricos y las bombas de calor. Y no solo es mucho dinero, sino que es más del que se destina a los combustibles fósiles. En 2022, por cada dólar gastado en combustibles fósiles, 1,7 se destinó a energías limpias. Hace solo cinco años, la balanza estaba empatada.

El creciente dominio de las energías limpias es más claro en el caso de la energía solar. En 2023, por primera vez, se espera que la inversión en energía solar supere a la de producción de petróleo. Esta es una gran diferencia con respecto a hace una década, cuando el gasto en petróleo superaba al gasto en energía solar en una proporción de casi seis a uno.

Ya que hablamos de petróleo y gas, merece la pena señalar un aspecto interesante: aunque las energías limpias reciben mucho dinero, no representan una gran parte del gasto de las empresas de combustibles fósiles.

Esas pequeñas líneas oscuras en los años 2021 y 2022 corresponden al gasto de las empresas de petróleo y gas que se destinó a energías limpias. El gasto en infraestructuras petrolíferas ha disminuido, lo que ha permitido a la energía solar recuperar terreno. Sin embargo, las empresas lo están compensando con el pago de dividendos, la recompra de acciones y la amortización de deuda, en lugar de invertir más en tecnología de bajas emisiones.

Cualquier inversión y atención que se dedique a las energías renovables y a las innovaciones que puedan ayudar a reducir las emisiones es una buena señal. Pues las empresas de petróleo y gas pueden desempeñar un papel en el impulso de nuevas tecnologías, especialmente en las que tienen experiencia (¡te estoy mirando a ti, geotérmica!). Aunque es importante situar ese gasto en su contexto: las empresas petroleras y gasísticas invierten menos dinero en energías renovables de lo que las campañas publicitarias quieren hacernos creer.

A por todas

En el sector de las energías limpias, la mayor parte del gasto se destina a energías renovables como la eólica y la solar, la modernización de la red y la mejora de la eficiencia energética.

No obstante, hay sectores más pequeños que están creciendo rápidamente, sobre todo, si nos fijamos en las previsiones para 2023. Me entusiasma ver lo rápido que se invierte en vehículos eléctricos: el gasto ha pasado de 29.000 millones de dólares (uno 27.100 millones de euros) en 2020 a 129.000 millones de dólares (120.600 millones de euros) en 2023. Además, el gasto en baterías para almacenar energía se duplicará entre 2022 y 2023.

Todo ese dinero nuevo podría cambiarlo todo, de hecho, ya se están produciendo grandes cambios en el sector de las baterías. Parece que no pasan más de unos días sin que se anuncie una nueva fábrica de baterías (la más reciente, otra fábrica multimillonaria en Georgia).

Si todos estos planes se materializan, en 2030 alcanzaremos casi siete teravatios/hora de capacidad para fabricar baterías de iones de litio. Eso es suficiente para más de 100 millones de vehículos eléctricos al año. La mayor parte se fabricará en China, pero EE UU y Europa están empezando a hacer mella en su dominio sobre el sector de los vehículos eléctricos.

Un largo camino por delante

Todo esto parece mucho dinero, ¿pero es suficiente?

Para mantener el calentamiento global controlados por debajo del 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales y evitar los peores efectos del cambio climático, tenemos que alcanzar emisiones cero netas para 2050. Según la IEA, la inversión anual deberá alcanzar los 4,5 billones de dólares (unos 4,2 millones de euros) en 2030, casi el triple del gasto actual, para alcanzar ese objetivo.

Algunas tecnologías están en buena forma. Si el gasto en energía solar sigue creciendo como hasta ahora, el sector alcanzará su objetivo previsto para 2050. Pero es necesario gastar más capital en otras áreas, en especial, las tecnologías como el almacenamiento de energía y las líneas de transmisión. Estas ayudarán a equilibrar la red, a medida que se conecten más fuentes de energía solar y otras fuentes renovables intermitentes. También hay un enorme desequilibrio geográfico, ya que los países emergentes necesitarán un impulso significativo para construir sus redes eléctricas y establecer nuevas tecnologías.

En líneas generales, las inversiones van por el buen camino. ¿Qué nos deparará el informe del año que viene? Aún queda mucho camino por recorrer, y mucho por construir.

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