En 60 años, el país pasó de ser un “paraíso de la contaminación” a una de las ciudades más inteligentes y sustentables del mundo.
Fuente: Obras por expansión
Unos árboles que parecen haber sido sacados de otro planeta, en donde plantas se combinan con una estructura de acero y luces en donde deberían estar las ramas de los árboles, son la principal atracción turística de Singapur, una ciudad-Estado que es considerada una de las más inteligentes, sustentables y ricas del mundo, tres medallas que se ha colgado en menos de 100 años y que distan de su origen, un pueblo destruido en la guerra y hundido en la basura.
El camino
En 1965, Singapur había pasado de ser parte de Reino Unido (su puerto clave en el sureste de Asia) y posteriormente de Malasia, para ser un país recién independizado de 2 millones de habitantes. Era un lugar que comenzaría a desarrollarse sin el apoyo de otra nación y, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), “era el paraíso de la contaminación: ríos cenagosos, canales contaminados y aguas negras sin tratar”.
Pero su primer mandatario Lee Kuan Yew tenía en mente convertirse en el primer mundo. A pesar de que los vientos parecían ir en contra —no tenían Ejército, Malasia mantenía un boicot comercial, Indonesia quería impedir el comercio en la isla y el desempleo se situaba en 14%—, se creó una estrategia planteada en un reforzamiento de adentro hacia afuera.
De acuerdo con el libro Del Tercer Mundo al Primero. La historia de Singapur: 1965-2000, escrito por el político, su estrategia se erigía sobre dos bases: políticas incluyentes y justicia imparcial, con cero tolerancia a la corrupción y fomentando el talento de la población, “Singapur debía mantenerse como un país multicultural, plurilingüe y con diversidad religiosa sin detrimento de ningún grupo para competir en el mercado internacional, explica el Programa Universitario de Estudios sobre Asia y África de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Al mismo tiempo se invirtió de manera intensa en la vivienda, educación, salud y desarrollo laboral de los habitantes, poniendo primero énfasis en las carreras relacionadas con la manufactura, para aprovechar la ubicación portuaria y, en segundo lugar, el sector financiero.
Sin embargo, en la misma senda se implementaron leyes estrictas que se han llamado absurdas, controladoras y autoritarias, ya que interfieren en la vida privada.
Hacia el exterior, el país se enfocó en dar facilidades a la inversión extranjera y la instalación de grandes compañías del resto del mundo.
Medioambiente
Crear un Estado sustentable tampoco fue una tarea sencilla, pero también era prioritaria. Lee Kuan Yew, quien creía que las plantas y la biodiversidad pueden traer bienestar mental para las personas, además de dar buena cara al extranjero, describe el Programa de medioambiente de la ONU.
Con esta idea en mente se hizo un plan a largo plazo basado en principios científicos y económicos, en el que se incluía la movilización de las personas.
“Una de las transformaciones de Singapur implicó la limpieza del río Singapur, que fue literalmente una alcantarilla abierta en los años 60 y 70. La limpieza llevó 10 años e involucró a miles de habitantes de Singapur que se mudaban de las granjas, fábricas y puestos de comida callejera que contaminaban la cuenca del río. La limpieza exitosa también puso en marcha un proceso para crear una reserva en el corazón de la ciudad”, recoge la organización de un testimonio dado por Masagos Zulfliki, ministro de Medio Ambiente y Recursos Hídricos de Singapur.
Además, se decidió que en cada rincón de la ciudad habría vegetación mientras se limpiaban todas las partes contaminadas. “Contemplando la planificación urbana, los incentivos políticos, la zonificación y las campañas de concienciación pública, los sucesivos gobiernos de Singapur siguieron esta visión central para su nación”, dice la ONU.
En la actualidad, para no olvidarse del gran esfuerzo realizado en los últimos 50 años, se ha dado un papel importante a la difusión, principalmente hacia las juventudes. Se muestra a la sustentabilidad como un estatus único de Singapur y los beneficios obtenidos de que así se mantenga.
Los emblemas en la actualidad
Esos árboles de 50 metros de alto que aparecen en todas las postales de Singapur no nacieron de la tierra. Son parte de la infraestructura que hacen al país “verde” y también un imán turístico, por dar un ambiente al estilo de la película Avatar de James Cameron.
Su colocación representa todas las innovaciones del país. Para empezar, se sitúan sobre Jardínes de la Bahía —inaugurado en 2012—, un terreno que no existía y que se tuvo que colocar sobre el mar y que además de ser un pulmón del lugar, funciona como sitio de conservación y estudio de la fauna.
Con un alma de acero y hormigón, recubiertos por más de 150,000 plantas, los árboles recolectan agua de lluvia que después distribuyen por el parque, además de que en la punta cuentan con paneles fotovoltáicos que guardan energía para usarla durante la noche, cuando ofrecen un show de luces.
Frente a los jardines se encuentra el Marina Bay Sands, un hotel emblemático compuesto por tres torres de 195 metros, unidas en la parte superior por una estructura que asemeja un barco y que es el mirador voladizo más grande del mundo. Fue diseñado por Moshe Safdie con un costo de 5.7 mil millones de dólares.
Su apariencia no es lo único que ha llamado la atención. El complejo está construido sobre suelo fangoso, por estar encima del mar, pero se crearon sistemas ingenieriles que soportan el movimiento de hasta 50 centímetros en conjunto. Además, se instalaron gatos hidráulicos para realizar ajustes a la estructura en caso de que el cambio del terreno lo amerite. La forma curvada de los edificios también tiene la función de soportar los vientos.
Tal vez de manera menos apreciada por no ser tan atractiva visualmente, pero con igual importancia, se encuentra la infraestructura para la movilidad. El transporte público busca conectar a casi todas las zonas de Singapur para fomentar su uso y disminuir el de los automóviles, acompañados con grandes impuestos en la compra de éstos.
Lo que da como resultado una ciudad transitada, pero sin los embotellamientos clásicos de las grandes metrópolis, ni siquiera en la zona financiera, y menor contaminación por emisiones de dióxido de carbono.
Las estrategias han logrado que, la ciudad en donde la natualeza convive con los edificios y se hablan más de tres idiomas diferentes, sea la cuarta del mundo con mayor Índice de Desempeño Ambiental, solo por detrás de Suiza, Luxemburgo y Austria, y ubicarse como el segundo país de Asia en donde las personas son más felices, de acuerdo a la ONU. También se colocó como la octava nación, entre 196 países, en riqueza de PIB per cápita y la ciudad más inteligente del mundo, de acuerdo al Smart Cities Index de Juniper Research.