Aunque la comunidad científica alerta de que no se están tomando suficientes medidas para combatir el cambio climático, hay algunas razones que incitan a mantener la esperanza. Estos son los avances que se han conseguido en los últimos años.

Fuente: Sacyr

La prohibición de algunas sustancias químicas está contribuyendo a que se cierre el agujero de la capa de ozono, una especie de escudo invisible que protege toda la vida en la Tierra. “Se está recuperando gracias a una clara acción política. Este ejemplo servirá de inspiración para el cambio climático”afirma Josef Aschbacher, director de Programas de Observación de la Tierra de la Agencia Espacial Europea. Con motivo del Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, el 16 de septiembre, investigamos algunos motivos para no perder la esperanza por otro de los grandes desafíos del siglo: el cambio climático.

El cambio climático es uno de los grandes desafíos del siglo XXI. Crédito: Pxfuel.

Baja el coste de las tecnologías de bajas emisiones

Robert Lempert y Elisabeth Gilmore, coautores de algunos informes del Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), afirman que hay motivos para el optimismo. Para empezar, en los últimos años han caído los costes de varias tecnologías de bajas emisiones. “Por ejemplo, la energía renovable es ahora generalmente menos costosa que los combustibles fósiles, por lo que un cambio hacia energías limpias a menudo puede ahorrar dinero”, afirman.

Masahiro Sugiyama, también del IPCC, coincide en que el coste de algunas tecnologías clave como la solar, la eólica y los vehículos eléctricos se ha reducido considerablemente. Algo que puede contribuir a una reducción de emisiones. Según destacan desde Naciones Unidasde 2010 a 2019 los costos de la energía solar han disminuido un 85%, de la energía eólica, un 55% y de las baterías de iones de litio, un 85%. “Existen opciones en todos los sectores para reducir las emisiones a la mitad de aquí a 2030”, añade Sugiyama.

El coste de las tecnologías de energía solar ha disminuido en los últimos años. Crédito: Unsplash.

Aumenta el uso de vehículos eléctricos

El transporte es una fuente creciente de emisiones globales de gases de efecto invernadero. En 2022, las emisiones mundiales de dióxido de carbono del sector del transporte aumentaron un 3% hasta alcanzar casi 8 gigatoneladas, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA). Pese a ello, desde Naciones Unidas destacan que “el uso de vehículos eléctricos se está acelerando en todo el mundo”. Las ventas de estos coches alcanzaron los 6,6 millones en 2021, triplicando así su cuota de mercado respecto a dos años antes, según la IEA.

“Los vehículos totalmente eléctricos han crecido drásticamente desde que el Tesla Roadster y el Nissan Leaf llegaron al mercado hace poco más de una década, tras la popularidad de los híbridos”, cuenta Alan Jenn. Este investigador profesional asistente en el Instituto de Estudios de Transporte de la Universidad de California destaca que varias políticas han fomentado la producción de este tipo de vehículos. Por ejemplo, la regulación de vehículos de cero emisiones de California —que exige que los fabricantes de automóviles produzcan una cierta cantidad de vehículos de cero emisiones en función del total de vehículos vendidos en el estado—; las normas de emisiones de dióxido de carbono de la Unión Europea para vehículos nuevos; y la política de vehículos de nueva energía de China.

Los vehículos eléctricos cada vez son más asequibles. Crédito: CBS News.

Sudarmanto Budy Nugroho, científico del IPCC, destaca que el despliegue de micromovilidad eléctrica (por ejemplo, scooters y bicicletas eléctricas) también puede contribuir a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. “Esto también puede hacer que la movilidad sea más accesible para todos, incluidas las poblaciones marginadas”, afirma.

Proyectos innovadores y leyes para combatir el cambio climático

En los últimos años se ha producido una expansión “consistente” de las políticas y leyes para mitigar el cambio climático, según el IPCC. “Esto ha llevado a evitar emisiones que de otro modo se habrían producido y a aumentar la inversión en tecnologías e infraestructuras (bajas en carbono)”, indica uno de sus informes. Desde Naciones Unidas destacan que “en muchos países las políticas han mejorado la eficiencia energética, reducido las tasas de deforestación y acelerado el despliegue de tecnología, lo que ha permitido evitar (y en algunos casos reducir o eliminar) las emisiones”.

Además, cada vez hay más proyectos innovadores que tratan de mitigar los efectos del cambio climático: de los científicos que sugieren cubrir grandes masas de hielo y nieve durante el verano con unas mantas reflectantes para evitar que se derritan a los que tratan de averiguar si el agua marina sirve para producir nubes más brillantes y reflectantes que enfríen el planeta. Mientras que algunos investigadores tratan de descubrir qué tecnologías pueden reducir la huella ecológica del hormigón, otros aspiran a crear el mayor reactor de fusión nuclear del mundo para conseguir una solución energética limpia, barata e inagotable.

El proyecto ITER tiene como objetivo crear el mayor reactor de fusión nuclear del mundo. Crédito: Wikimedia.

Pese a que existen razones para el optimismo, algunos expertos como Lempert y Gilmore aseguran que hay un problema: las posibles soluciones “no se están implementando lo suficientemente rápido”. “Además del rechazo de las industrias, el miedo de la gente al cambio ha ayudado a mantener el status quo“, señalan. Si hay algo que reflejan los informes del IPCC, es que “el futuro implica inevitablemente más y mayores transformaciones relacionadas con el clima”.

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