Al mejorar de manera digital la superficie de un tetrápodo de hormigón, es posible crear las condiciones adecuadas para la formación de hábitats artificiales en el fondo marino y que estos interactúen de forma orgánica con los ecosistemas locales, ayudando a la preservación de estos. Sigue leyendo para conocer más de esta innovación.
Fuente: Hormigonaldia
Uno de los aspectos más críticos del fenómeno del Cambio Climático es, sin duda, el incremento de la temperatura de las aguas y como esto afecta de manera sensible el ecosistema marino, desde formas microscópicas hasta animales de gran tamaño.
Quizás uno de los más grandes problemas del hábitat marino tenga que ver con los ecosistemas locales como arrecifes de coral, sensibles ante estos cambios. Para ello, en ocasiones se utilizan estructuras de hormigón para generar hábitats artificiales, los que aportan al menor deterioro de estos ambientes.
Sin embargo, pese a las ventajas que posee el material en este tipo de ambientes, tales como su resistencia y durabilidad, su incorporación a un elemento tan sensible también trae inconvenientes. Por ejemplo, el hormigón, debido a la diferencia en la composición del material, crea mayor acidez y puede llevar a mayor toxicidad en el agua.
También, debido a que la superficie del hormigón es más homogénea en relación a un arrecife, por ejemplo, ya que es un elemento fabricado. Por ello, resulta difícil para algunas especies formar colonias en su superficie.
Sin embargo, gracias al trabajo en conjunto del diseñador Maor Brezner y una compañía con expertiz en estructuras submarinas de hormigón, se desarrolló un tipo especial de material basado, justamente en el diseño de las estructuras naturales que se forman en el hábitat marino para así crear elementos de hormigón que permitan la formación de espacios artificiales para el ecosistema submarino.
Generando ecosistemas artificiales de hormigón
El material desarrollado por Brezner y su equipo se basó en sus estudios del ecosistema marino de las costas de Israel. Ahí, los especialistas mapearon los diseños predominantes de los hábitats costeros.
Una vez completado este proceso, el diseñador tomó esa información y con la ayuda de un software de diseño paramétrico, pudo crear superficies capaces de albergar a las distintas especies submarinas y permita su desarrollo alrededor de estas nuevas estructuras de hormigón.
De acuerdo al diseñador, el mayor desafío de esta nueva aplicación se encontró en su producción, ya que los sistemas de moldajes tradicionales no permitían generar la superficie diseñada. Finalmente, Brezner utilizó una técnica proveniente de la industria de moldeo por inyección y la transformó para que pudiese ser utilizada en encofrados tradicionales de hormigón.
“Ese fue el punto que llevó al proyecto más allá -comentó el diseñador- ya que así, estos elementos lograron ser viables y se logró integrar el diseño necesitado para la biología marina en los métodos familiares de fabricación de infraestructura submarina de hormigón”.
Los primeros modelos
Los primeros ensayos de este hábitat artificial de “hormigón submarino” se llevaron a cabo a lo largo de la costa de Herzliya y los resultados fueron alentadores, ya que luego de cuatro meses sumergidos, los bloques hormigón cumplieron con su propósito de albergar vida marina.
Una vez estudiado esto, el siguiente paso de este desarrollo fue mejorar su diseño. Para ello, Brezner repensó la forma de un tetrápodo, “particularmente, porque era importante que esta nueva tecnología fuese eficiente en términos de costo pero más aún, porque era muy importante elegir una estructura marina específica para hacer el diseño final con este desarrollo”, explicó.
¿Por qué un tetrápodo? Se trata de una estructura común cuando se habla de rompeolas. Por lo mismo, al incorporar esta nueva tecnología a este tipo de moldaje clásico para hábitats marinos, el nuevo ecosistema nace gracias a la interacción de las diferentes formas marinas en las “piernas” que posee esta estructura, las que interactúan además con el ecosistema local.
Al generar esta interacción entre el hábitat artificial y el ecosistema local, comentó Brezner, se logró probar también el valor ecológico y biológico de esta nueva tecnología.
Debido al rediseño de la forma del tetrápodo, este nuevo desarrollo permite unir el espacio que existe entre diseños sustentables y soluciones técnicas y estructurales, ya que en vez de intervenir de manera brusca los ecosistemas nativos, con esta innovación lo que se busca es un balance y generar un impacto positivo a largo plazo para la conservación de los hábitats marinos.