Fabricada con plástico reciclado, la nueva desaladora flotante aprovecha la energía del mar para generar agua dulce.

Fuente: I’MNOVATION

Un estudio de la agencia de la información de la energía (EIA, por sus siglas en inglés) de EE. UU. estimaba que tan solo la energía generada por las olas que llegan a las costas del país bastaría para cubrir el 64 % de su consumo de energía. Si se tiene en cuenta el potencial de la energía de las olas, también conocida como undimotriz, y que los océanos suponen el 97 % del agua del mundo, era cuestión de tiempo que se explorase la desalación basada en la energía del mar, ya sea undimotriz, mareomotriz o eólica. Un nuevo prototipo de desaladora flotante viene a confirmar el interés en estas tecnologías sostenibles.

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Una desaladora flotante fabricada con 170 000 botellas de plástico  

Una empresa canadiense ha demostrado la viabilidad del concepto a través de un sistema de boyas desaladoras modulares. El dispositivo básico consiste en una plataforma flotante anclada al fondo marino y con una tubería que transporta el agua dulce hasta la orilla.

El dispositivo inicial, bautizado como clase Iceberg, aprovecha la energía de las olas para inyectar agua a presión en un sistema de desalación por ósmosis inversa, que es la tecnología más extendida entre las plantas de desalinización y la más sostenible. Al pasar por un sistema de membranas se elimina la sal y se producen hasta cincuenta metros cúbicos de agua al día. Esta cantidad basta para cubrir las necesidades de cien familias de cuatro personas.    

Desaladora flotante

No obstante, el sistema se ha diseñado de manera modular y escalable. Por un lado, se pueden instalar varias unidades de forma contigua y, por el otro, hay unidades de distintos tamaños. Junto con el modelo básico actual, existen otros dos más pequeños. El más reducido se ha planteado como una plataforma de fácil instalación que permita generar agua dulce de forma inmediata en caso de catástrofes humanitarias en zonas costeras. Sería el equivalente a esta otra desaladora portátil de la que hablamos hace un tiempo.

En principio, basta con que las olas alcancen un mínimo de un metro de altura y que el fondo marino tenga una profundidad de entre trece y treinta metros para que el sistema funcione de manera óptima. En cuanto a sus dimensiones, las máquinas de la clase Iceberg miden ocho metros de largo por cinco de ancho y tienen un peso de once mil kilos.

Las nuevas desaladoras flotantes se han concebido desde el primer momento como una tecnología basada en la economía circular. Además de utilizar energía undimotriz para bombear el agua y aprovechar la energía solar para el control de los sensores de a bordo, están fabricadas en su mayor parte con plástico reciclado. Concretamente, el modelo básico recicla hasta 170 000 botellas de plástico. En términos de protección medioambiental, cuentan con unas mallas que evitan que la desaladora succione vida marina.

Por último, sus desarrolladores afirman que cada unidad tiene una vida útil de entre quince y veinte años, y que tan solo requieren entre tres y siete visitas anuales para tareas de mantenimiento. Por ahora la cantidad de agua dulce producida es limitada y se está trabajando en el desarrollo de desaladoras flotantes a escala industrial. Estas primeras unidades podrían entrar en fase de pruebas a lo largo de 2023.     

Otras alternativas de desaladora flotante

Las boyas desaladoras canadienses son una de las muchas iniciativas que están proliferando en los últimos años. Por ejemplo, el Laboratorio Nacional de Energía Renovable (NREL, por sus siglas en inglés) de EE. UU. ha estado ensayando un prototipo con resultados prometedores. Con un diseño parecido al de una lancha hinchable tipo Zodiac, su sistema aprovecha también la energía undimotriz para llevar a cabo el proceso de desalación y bombear el agua hasta la orilla.

Otro prototipo de desaladora flotante basado en energía undimotriz, esta vez a cargo de una empresa noruega, se instaló recientemente en las Islas Canarias. La boya Gaia, con un peso de cien toneladas y siete metros de diámetro, lleva en pruebas desde 2022 en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria. Se espera que, una vez conocidos los resultados de la experiencia, se instalen plataformas de mayor tamaño con aplicaciones comerciales.

Como se puede advertir, estos prototipos se encuentran, en su mayor parte, en una fase experimental, aunque es muy posible que en un futuro desempeñen en un papel significativo en el reto del agua dulce.        

Si, además de las desaladoras flotantes, quieres saber más sobre tecnologías de desalación plenamente operativas y su potencial para cubrir las necesidades de agua potable de la humanidad en los próximos años, te recomendamos que eches un vistazo a este artículo. Y, si te interesa conocer todo el potencial de las energías renovables del mar, tales como la mareomotriz y la undimotriz, puedes consultar este otro artículo.

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