Los ladrillos ecológicos comienzan a tomar importancia en la búsqueda de una arquitectura sostenible. Te contamos en que consisten y como se fabrican.
Fuente: Puntal
Los ladrillos forman parte del imaginario colectivo cuando pensamos en construcción. Se trata de materiales elementales, omnipresentes, modulares, ligeros y confiables para la construcción de edificios. Sin embargo, la fabricación tradicional de bloques cerámicos se basa en la quema de arcilla en hornos a altas temperaturas, por lo general alimentados con combustibles fósiles no renovables como el carbón o el gas natural. Además, el proceso de transporte aumenta significativamente su huella ambiental, ya que los materiales son pesados y voluminosos. Sabemos que existe un interés creciente por encontrar materiales de construcción alternativos, que ofrezcan un menor impacto ambiental y una mayor sostenibilidad. De hecho, los ladrillos de suelo cemento son un buen ejemplo, ya que presentan una menor huella ambiental al utilizar materias primas locales y eliminar el proceso de quema, pero manteniendo muchas de las cualidades intrínsecas de los ladrillos tradicionales.
¿Qué son los bloques de tierra compactada (BTC)?
Comúnmente llamados ladrillos ecológicos, resultan ser materiales de construcción compuestos por subsuelo inorgánico seco, arcilla no expansiva, áridos y cemento. A lo largo de los años, se han desarrollado varias técnicas para optimizar la producción y el uso de estos materiales, incluidas selecciones mejoradas de suelo, porcentajes de aglomerante, métodos de compresión y técnicas de curado. Para ello, elegir el suelo apropiado resulta fundamental, siendo los más adecuados los suelos arenosos con un contenido de arena superior al 50% y los arcillosos entre un 20 y un 30%.
El proceso de fabricación es bastante sencillo. Se comienza preparando la tierra y mezclándola con una pequeña proporción de cemento, donde poco a poco se va añadiendo agua hasta conseguir la consistencia deseada. Posteriormente se compacta la combinación de tierra y cemento mediante la prensa, ejerciendo presión para formar ladrillos macizos, que pueden tener o no agujeros. Una vez compactados, los bloques se apilan y se dejan curar debajo de una lona de plástico para retener la humedad esencial y alcanzar un curado adecuado.
Los ladrillos ecológicos entregan una serie de importantes ventajas. Son más económicos de producir en comparación con los ladrillos cerámicos tradicionales, pero tienen una resistencia y durabilidad impresionantes, lo que garantiza estructuras duraderas y resistentes a diversas condiciones climáticas. Incluso pueden funcionar como estructuras autoportantes, permitiendo el paso de barras de acero y ocultando conductos de plomería y electricidad. A pesar de sus muchas ventajas, los BTC también enfrentan algunos desafíos. La necesidad de equipamientos especializados, como prensas manuales o hidráulicas, puede presentar un desafío de inversión inicial para algunos constructores. Además, el control de calidad es esencial para garantizar la integridad estructural de los bloques, lo que requiere una cuidadosa selección del suelo, proporciones precisas de cemento y métodos de curado indicados.
Al tratarse de un material que no requiere gran tecnología ni conocimientos para su fabricación, se puede elaborar en la propia obra, con mano de obra local y utilizando el propio suelo del terreno.
Estos bloques pueden asumir funciones que van más allá de las paredes. El material también se puede industrializar, manteniendo sus características naturales, pero añadiendo un mejor acabado y dimensiones más precisas, funcionando bien para proyectos de mayor escala o aquellos que buscan una estética menos cruda.