Biohormigón, mobiliario o losas se encuentran entre los biomateriales de construcción obtenidos del carbonato cálcico presente en conchas y caparazones de criaturas acuáticas.
Fuente: I’MNOVATION
En el mundo natural, donde las hipotecas brillan por su ausencia, son muchos los inquilinos que se construyen su propia casa y la llevan a cuestas. Hablamos de moluscos como los mejillones, las ostras, las almejas o los caracoles marinos, que forman conchas de gran dureza para protegerlos de depredadores y de los elementos. Las estadísticas apuntan a que cada año se desechan hasta diez millones de toneladas de conchas de bivalvos. Esas estructuras son ricas en carbonato cálcico y comienzan a aprovecharse como nuevos biomateriales de construcción.
Si bien ha concitado un interés renovado en los últimos años, este enfoque dista de ser un invento moderno. Por ejemplo, el hormigón tabby –un término de origen africano– se utilizaba hace siglos en la España musulmana. Este material recurría a la cal a partir de conchas de ostras quemadas que se mezclaba con agua, cenizas, arena y conchas de ostras trituradas. Sin embargo, el auge de la economía circular ha vuelto a traer estas soluciones al primer plano, esta vez bajo el nombre de bioeconomía azul, en referencia a los recursos acuáticos empleados.
Biohormigón a partir de especies invasivas
Hemos hablado en otras ocasiones de biohormigón “tuneado” con bacterias o residuos orgánicos como la remolacha o la zanahoria. En este caso, dos graduadas de la escuela Central Saint Martins en el Reino Unido han desarrollado un material en esta línea, pero con dos especies invasivas en el punto de mira: el cangrejo señal, que se ha apoderado de los ríos europeos, y la hierba nudosa japonesa, que crece descontroladamente y destruye muros y pavimentos. Los caparazones de los cangrejos de río dotan de resistencia al biohormigón, mientras que la materia vegetal de la hierba nudosa le confiere unas vistosas texturas visibles en las baldosas y otras piezas resultantes. Eso sí, no corras a la tienda para comprarlas porque aún no se han comercializado.
Losas “marinas”
Puede que, entre sus múltiples usos, las toneladas de conchas de ostras y otros moluscos que acaban en los vertederos algún día pasen a formar parte de tu casa. Esa es la apuesta de un estudio de diseño coreano que ha lanzado una nueva línea de losas basadas en conchas y aglutinantes naturales que no requiere calor: basta derramar la mezcla en un molde para obtener las piezas de estilo terrazo. Por el momento, se utilizan de manera ornamental, ya que la ausencia de tratamientos térmicos redunda en una menor resistencia de este biomaterial con aplicaciones en la construcción.
Aceras porosas para prevenir inundaciones
El cambio climático ha multiplicado los episodios meteorológicos extremos tales como las inundaciones. En el caso de las ciudades, las aceras y el asfaltado impermeables pueden convertir estas precipitaciones en verdaderos torrentes que desbordan con facilidad los sistemas de desagüe. Ahora, bajo el nombre de CIRCLE, la Unión Europea está impulsando un nuevo proyecto con dos universidades británicas y un socio francés para la producción de hormigón poroso que absorba el agua de lluvia. La clave de este biomaterial de construcción sostenible reside, nuevamente, en el uso de conchas de moluscos. Además, tendrá la ventaja añadida de filtrar el agua antes de su penetración en el subsuelo.
Mobiliario fabricado con los desechos de un restaurante
Imagina un taburete o una mesa fabricados con los residuos del restaurante donde acabas de comer. Pues eso han hecho en un restaurante de la ciudad sueca de Goteburgo. Allí, una diseñadora ha utilizado conchas de ostras, almidón de arroz y colágeno procedente de raspas de pescado para fabricar un taburete que puede hacer las veces de mesa auxiliar. El acabado, de estilo terrazo, es similar al de las losas marinas que hemos mencionado anteriormente. Por cierto, incluso las sobras del proceso se aprovechan para producir soportes
Cascos para pescadores que emulan a las vieiras
No es estrictamente un biomaterial de construcción, pero los cascos para pescadores que se han lanzado en Japón sí que ejemplifican la nueva bioeconomía azul. En el pueblo pesquero de Sarufutsu se producían grandes acumulaciones de conchas de vieiras procedentes de la industria pesquera, lo que suponía un problema ecológico. Un fabricante de plásticos ha combinado este material con plásticos reciclados para crear el nuevo casco que, además, aprovecha los principios de la biomimética: adoptar la forma y las estrías de las conchas de las vieiras mejora en un 30 % su resistencia.
Además de todos estos ejemplos, no podemos dejar de mencionar una de las iniciativas pioneras en el campo de los biomateriales de construcción a partir de moluscos. Hablamos del Proyecto Bivalvo, un edificio en Galicia protagonizado por la concha de uno de los más habituales en su costa: los mejillones.