La impresión 3D tiene innumerables usos industriales y ventajas como ser capaz de ahorrar un 75% de materia prima utilizando microplásticos durante una obra civil o reducir riesgos laborales.
Fuente: La razón
Para entender el futuro de la impresión 3D no hace falta viajar lejos. En la localidad madrileña de Torrejón se encuentra uno de los hubs de innovación en esta tecnología más punteros del mundo. Pertenece a la empresa Acciona y lleva desde 2013 logrando algunas proezas arquitectónicas.
De este Makers Space salió en 2019 una reproducción exacta del arco románico de San Pedro de las Dueñas (siglo XII), que hoy luce flamante en el jardín del Museo Arqueológico Nacional. En este mismo lugar se fabricó en 2016 el primer puente peatonal impreso del mundo que todavía permite cruzar un arroyo del parque Castilla-La Mancha.
Aquí también se aloja la mayor impresora 3D operativa de Europa de la tecnología Powder bed, una máquina pensada para fabricar grandes estructuras de hormigón. “Se utilizan láminas finas de polvo de material para construir piezas. La forma de la futura estructura se consigue irrigando con un aglutinante en las zonas donde se necesita fraguar el hormigón. Así capa tras capa”, explica Carlos Egea, manager del Skill Center de Impresión 3D de Acciona.
Además de esta tecnología, en 2019 decidieron diversificar los métodos de impresión y empezaron a probar con extrusión. “Esta resulta algo más parecida a la tradicional. El mortero, es decir, la mezcla de materiales, se realiza previamente como sucede en las hormigoneras de toda la vida. La diferencia es que luego se bombea esa mezcla a través de boquillas que dibujan los contornos de la forma que se quiere construir. Como si fuera una manga pastelera, los cordones de material se van depositando unos encima de otros hasta conseguir darle la forma y la altura a la pieza final”, continúa el ingeniero industrial.
Estos dos métodos de construcción son complementarios y permiten diversificar los materiales con los que se trabaja y operar con mayor libertad de diseño. Ambos tienen varias ventajas. La primera, el ahorro de material respecto a la forma de construir tradicional: hasta un 75%. Y es que “por ejemplo, a la hora de hacer una columna, antes tenías que encofrar y luego rellenar todo con material. Sin embargo, ahora con la impresión 3D haces el contorno y consigues que el pilar tenga la resistencia adecuada usando solo el material de relleno necesario. No hace falta llenarlo entero como antes”, matiza Egea.
También se generan menos residuos durante la construcción, ya que permite que la fabricación sea modular y que en la zona de obra solo sea necesario montar. Por otra parte, ofrece más libertad de diseño y reduce los riesgos laborales de los trabajadores.
La impresión 3D se está abriendo paso en múltiples sectores como el de la construcción o el industrial porque hace posible imprimir piezas de repuesto que ya no se fabrican evitando reponer la máquina completa (desde aerogeneradores a maquinaria de construcción…). En este sentido, Acciona está testando esta tecnología para construir viviendas de tipo unifamiliar, modulares y reciclables. Una realidad que podría estar lista ya a finales de este año. y ser especialmente adecuada para ámbitos rurales.
“Acciona ya fue pionera en la construcción de casa 3D de la mano de la startup BeMore 3D (en el marco de su aceleradora corporativa de Startups). No se tratará simplemente de imprimir los elementos estructurales de la vivienda, sino que la tecnología actual permitirá imprimir también instalaciones, sanitarios e incluso muchas piezas del mobiliario”, dicen desde la firma.
Por otro lado, la firma se encuentra embarcada en un proyecto de economía circular para dar una segunda vida a los plásticos. Están colaborando con una start-up alemana en un proyecto cuyo objetivo es recuperar los microplásticos del medioambiente (origen oceánico, fluvial o terrestre) y utilizarlos para imprimir. Un campo en el que encontrarían sinergias, por ejemplo, con el esfuerzo de recuperación de microplásticos que hace Acciona en sus depuradoras. “Estos plásticos llegan a los ríos y al mar provenientes de lugares muy diversos, por ejemplo, de las lavadoras. Durante el lavado se desprende microfibras de los tejidos hechos a partir estos polímeros. Por el momento, investigamos en el desarrollo que nos permita ser capaces de imprimir piezas de una cierta envergadura como 4x2x1 metros. Ahora el objetivo es que la industria se anime a reciclar los microplásticos impulsados por la impresión 3D”, cuenta el técnico.
Para Acciona el futuro de esta tecnología está solo delimitado por lo que dé de sí su imaginación, ya que a efectos de mercado y usos ya promete una carrera brillante en un montón de ámbitos de la vida cotidiana. También en nuestros hogares, donde seguro que “en breve contaremos con algunos de estos aparatos que nos servirán para tener nuestras propias piezas o imprimirnos la comida”, dice Egea.