Ingenieros de la Universidad de Purdue, Indiana, EE.UU., idearon una nueva mezcla de hormigón que podría absorber CO2 dos veces más rápido de lo habitual, convirtiéndolo en un útil sumidero de carbono. Según la investigación, la producción de hormigón representa más del ocho por ciento de las emisiones de dióxido de carbono del mundo, y con la demanda que aumenta cada año, es por ello que se han investigado formas de hacer que el hormigón sea más ecológico . Algunos pasos han incluido cambiar la receta para reducir o reemplazar el agente aglutinante que produce la reacción química que emite CO2. Algunas alternativas, incluso, implican capturar CO2 de otras fuentes y usarlo en la mezcla.
Otras investigaciones le brindan al material un papel más activo. Una vez colocado, el hormigón absorbe naturalmente el CO2 de la atmósfera durante su vida útil. Cuestión que no es suficiente para contrarrestar completamente las emisiones liberadas durante su producción, pero al menos ayudaría a reducir la huella. Algunos estudios han encontrado formas de impulsar esa absorción para hacer que el hormigón sea aún más ecológico, y ahora, el equipo de Purdue ha descubierto una nueva forma de hacerlo.
“No podemos esperar décadas para que el hormigón absorba el dióxido de carbono producido en su proceso de fabricación”, explican los ingenieros, agregando que “estamos haciendo que el propio hormigón absorba dióxido de carbono más rápido y en mayores volúmenes. No estamos tratando de cambiar la forma en que usamos el hormigón; estamos haciendo que el material funcione para nosotros”.
¿Cómo lo hacen? El ingrediente secreto es el dióxido de titanio. Al mezclar pequeñas porciones de este material con la pasta de cemento, el equipo descubrió que reducía el tamaño de las moléculas de hidróxido de calcio, lo que hacía que el hormigón fuera más eficiente para absorber dióxido de carbono. El equipo probó la absorción del hormigón colocando muestras en una cámara llena de altas concentraciones de CO2 durante 24 horas, luego analizó sus cambios de masa a lo largo del tiempo y realizó exploraciones de rayos X en 3D de la estructura de los poros. Descubrieron que el dióxido de titanio casi podía duplicar la velocidad a la que el hormigón absorbía CO2. Dicho esto, no se trataba solo de añadir más dióxido de titanio y potenciar aún más el efecto.
El equipo descubrió que funcionó hasta cierto porcentaje, antes de volver a caer. Ese porcentaje dependía de la relación agua-hormigón y la edad de este. Los investigadores planean investigar más a fondo la nueva receta, con la esperanza de hacerla más sostenible y duradera.
+Información: www.purdue.edu