Con iniciativas como la Ley de I+D, se busca potenciar la investigación y desarrollo en las diversas actividades económicas, incluida la construcción. Si bien se han desarrollado proyectos enfocados en el sector, con beneficios tales como: mejora y uso eficiente de materiales y tiempos de construcción y gestión de residuos de construcción y demolición, entre otros, un trabajo conjunto y continuo entre Estado, empresas, universidades y otros actores, puede crear un entorno propicio para seguir creciendo.
Alfredo Saavedra L.
Periodista BiT
Con la aparición de tecnologías e innovaciones, especialmente en el ámbito digital, las diversas actividades económicas buscan desarrollar culturas y/o metodologías que las impulsen a ser más productivas. Así, no es extraño escuchar el concepto de la I+D en diferentes ámbitos, incluyendo la construcción. La sigla se refiere a “Investigación y Desarrollo” (I+D), cuya definición más utilizada es aquella proporcionada en el Manual de Frascati (actualmente en su séptima edición, 2015; pp.45), donde se indica que esta “comprende el trabajo creativo y sistemático realizado con el objetivo de aumentar el volumen de conocimiento (incluyendo el conocimiento de la humanidad, la cultura y la sociedad) y concebir nuevas aplicaciones a partir del conocimiento disponible”.
El Manual, cuya primera edición se publicó en 1963 y que se ha usado como referencia internacional, especialmente en países OCDE desde entonces, señala que para que una actividad se considere I+D debe cumplir con cinco criterios básicos: novedad, creatividad, debe ser incierta, sistemática y transferible y/o reproducible.
Cuando se habla de Investigación, se hace referencia a una búsqueda metódica que tiene por objetivo generar nuevo conocimiento, mediante la ejecución de trabajos experimentales o teóricos y puede dividirse en investigación básica y aplicada. Según se explicó en el Taller Ley I+D, realizado por Corfo el pasado mes de febrero, la investigación básica, “consiste en trabajos experimentales o teóricos que se emprenden principalmente para obtener nuevo conocimiento acerca de los fundamentos de los fenómenos y hechos observables, sin pensar en ninguna aplicación o utilización determinada”. La investigación aplicada, en tanto, “consiste en trabajos originales realizados para adquirir nuevos conocimientos; sin embargo, está dirigida fundamentalmente hacia un objetivo práctico específico”. En cuanto al “Desarrollo experimental”, en el taller se señaló que hace referencia a “trabajos sistemáticos que aprovechan los conocimientos existentes obtenidos de la investigación y/o la experiencia y está dirigido a la producción de nuevos materiales, productos o dispositivos; a la puesta en marcha de nuevos procesos, sistemas y servicios, o a la mejora sustancial de los ya existentes”.
Si bien al hablar de I+D es común confundir el concepto con innovación, hay diferencias entre estos. “El concepto de innovación es más amplio, relacionado a los cambios en todo espectro que puede hacer una empresa o institución, por ello podemos decir que todo proyecto I+D se considera innovación, pero no todo proyecto de innovación se puede considerar I+D, o dicho de otra manera: innovar en una empresa puede traducirse en cualquier cambio o mejora pero este cambio no está relacionado siempre a la creación de conocimiento”, explica Ignacio Peña, coordinador de Innovación y Desarrollo Tecnológico de Construye2025.
Ley I+D
En el caso de Chile, se siguen los lineamientos internacionales para la recopilación de información sobre investigación y desarrollo (I+D), contenidos en el Manual de Frascati (2015), y en línea con dicho manual, el objetivo que se busca a través de actividades de I+D es generar conocimiento nuevo que pueda ser utilizado para la producción de algún resultado novedoso como una innovación. “A las actividades de I+D se les asocia un alto componente de novedad, originalidad y creatividad, por lo que por definición, no se tiene certeza sobre el cumplimiento de los objetivos o verificación de hipótesis asociados a un proyecto de I+D. Aquí la única manera de saberlo es ejecutando el proyecto, lo que implica desembolsar recursos económicos”, explica Jocelyn Olivari, gerenta de Innovación de Corfo.
De acuerdo a los entrevistados, es precisamente esto último una de las principales barreras que enfrentarían las empresas al momento de evaluar realizar actividades de I+D: incertidumbre respecto del retorno a los recursos invertidos. “Para subsanar este problema, y dado que desde el Estado nos interesa incentivar la generación de nuevo conocimiento, es que se comparte el riesgo mediante el cofinanciamiento de proyectos de I+D, a través de subsidios y exenciones tributarias”, detalla Olivari, agregando que además, hay otros programas que permiten acceder a mecanismos de protección a la propiedad intelectual del conocimiento generado, de tal manera de incentivar la inversión de nuevo conocimiento que posteriormente puede ser comercializado.
Una de estas alternativas es la Ley de Incentivo Tributario a la I+D, también conocida como “Ley de I+D”, la que tiene por objetivo contribuir a mejorar la capacidad competitiva de las empresas chilenas, al establecer un incentivo tributario para la investigación y desarrollo (I+D) en el contexto de proyectos o contratos certificados por Corfo. “Esta ley, permite rebajar del impuesto de primera categoría hasta el 52,55% de los recursos destinados a las actividades de I+D, independientemente del sector económico y del tamaño de empresa”, explica Olivari.
Para acceder a esta ley, se puede presentar un proyecto o contrato, a través del sitio web de Corfo, para que sea evaluada y posteriormente certificada si cumple con los requisitos establecidos.
Según detallan desde esa institución, existen dos maneras de presentar una iniciativa: la primera, es a través de “solicitud de certificación”que es donde se presenta la iniciativa de I+D completa, es decir, con todos los antecedentes técnicos y presupuestarios que exige la postulación. Y la segunda alternativa, es una “manifestación de intención de hacer uso de la Ley de I+D”, en la cual las empresas notifican a Corfo, bajo un formulario online y la presentación de antecedentes, que harán una solicitud de certificación dentro de un plazo máximo de hasta 18 meses desde dicha manifestación. Como parte de la evaluación, Corfo corrobora que se encuentre toda la información necesaria para evaluar la iniciativa. Si está todo en orden, se envía a las empresas un informe de verificación de antecedentes y en el caso contrario, se solicita una aclaración, la que deben responder dentro de 30 días corridos máximo, para continuar con el proceso. Tras esto, se realiza una evaluación técnica (evaluador Corfo y un evaluador externo), para finalmente ser presentado a un Comité que determina si la iniciativa cumple con los requisitos de la Ley de I+D, determinando la certificación total, parcial o rechazo.
“Como parte de nuestro proceso, es importante destacar que desde Corfo generamos una fuerte difusión durante todo el año para que las empresas conozcan este beneficio al cual pueden acceder, así como los procesos que la componen. Además, ofrecemos reuniones de orientación pre-postulación y apoyamos a las empresas en su proceso de postulación, entregando herramientas para que puedan robustecer y/o presentar de manera adecuada sus iniciativas, sin cruzar el límite de la formulación”, cuenta Olivari.
Y es que de acuerdo a la gerenta de Innovación, el objetivo es que las empresas utilicen este beneficio tributario más de una vez, generando un círculo virtuoso. “A mayor inversión en I+D, mayor competitividad e ingresos, los que se pueden reinvertir en nuevas iniciativas bajo una mirada estratégica y sostenida, pudiendo generar soluciones innovadoras que contribuyan con un nuevo modelo de desarrollo productivo del país”, sostiene.
Participación de otros actores
Junto al Estado, también es importante contar con la participación de otros actores como la Academia y las empresas, para poder potenciar el I+D en el país y al mismo tiempo en el sector de la construcción. “Se debe generar un ecosistema entre estos actores o pilares para así contar con un desarrollo tecnológico sostenible y equilibrado”, señala Peña. Usando como referencia el estudio de Productividad de Matrix, dentro de estos actores se puede incluir al Gobierno, las universidades, empresas y startups. En el caso del Gobierno, por ejemplo, resulta un actor fundamental en la innovación de una industria a través de proveer un marco normativo que habilite e incentive la generación de innovaciones (ya sea a través de subsidios, incentivos tributarios), además de garantizar estabilidad, una baja burocracia e impuestos competitivos con el mercado internacional. “Desde el Estado, debemos tener un rol activo en promover instancias en que se fortalezca la industria de la construcción, considerando una mayor eficiencia y avance en la calidad de sus procesos, incluido las mejoras en las normativas vigentes, lo cual implica promover un escenario para generar avances tecnológicos en la industria, materializados en un fomento a la I+D, promoviendo al mismo tiempo una construcción sustentable”, señala Olivari.
En el caso de la Academia, las universidades son puntos de investigación fundamentales para la industria, que cuentan con la capacidad de llevar adelante pruebas piloto de distintas innovaciones, lo cual es una etapa clave en el desarrollo de las mismas, además de garantizar una mano de obra capacitada y formada quienes puedan abrir las puertas a generar nuevo conocimiento. “Uno de los principales propulsores de la I+D en la industria debiesen ser las asociaciones, empresas, universidades y centros tecnológicos que buscan constantemente incrementar la competitividad de este sector en el país”, comenta Olivari.
En el caso de las startups, en tanto, estas son parte de los actores que están cambiando la forma de innovar, con un creciente capital de riesgo dado que proveen un mecanismo ágil, de menor costo, y riesgo diversificado para generar innovaciones a nivel industria.
I+D en el sector
De acuerdo a una consulta online realizada el pasado mes de julio por la Corporación de Desarrollo Tecnológico (CDT), un alto número de encuestados percibe el desarrollo de la I+D en el sector como “bajo, lento o escaso” (41,1%) o “muy bajo” (20,6%). Una precepción que encuentra fundamento en lo que ocurre, no solo a nivel local sino que también en otras partes del mundo. Según comenta Peña, la baja I+D en la construcción se explicaría por dos barreras características del sector: el gran porcentaje de empresas medianas y pequeñas y la fragmentación de la industria. “En el caso de lo primero, en nuestro país el 98% de las empresas son pequeñas o medianas, parecido al contexto internacional donde el promedio de la OCDE es 92% (según estudios de CIB 2016). Por ello existen pocas empresas con la capacidad financiera dentro de nuestra industria para tener un área especializada en desarrollo tecnológico”, explica. En cuanto a la segunda barrera, apunta a que los proyectos tienen procesos fragmentados desde la concepción hasta la recepción por parte del cliente, desde la arquitectura, ingenierías, construcción, inmobiliaria, etcétera. “Esto detona que muchas innovaciones que se desarrollan en una de las partes puede no ver sus beneficios directamente”, detalla el coordinador de Innovación y Desarrollo Tecnológico de Construye2025.
Actualmente la aplicación de I+D en el sector está centrada en el desarrollo de nuevos materiales o mejoras de materias primas, también en la eficiencia de la construcción y edificación, es decir, mejorar el tiempo y disminuir errores estructurales (casas modulares, biomateriales, IoT de materiales y aplicaciones de análisis estructural). “Desde el 2014, por ejemplo, los proyectos que se han certificado en el marco de la Ley de Incentivo tributario a la I+D, y cuyo mercado objetivo es el sector construcción, superan las 60 iniciativas, alcanzando los $14 mil millones y principalmente con foco en el análisis de materiales, mejoramiento de materia prima para hormigón, madera, cemento y asfalto”, cuentan desde Corfo.
Olivari explica que la participación de las empresas con iniciativas enfocadas en este sector, “es más bien de nicho”, ya que predominan proyectos relacionados con nuevos materiales que apuntan a mejoras al hormigón, entre otros. “Respecto a las startups, vemos una incipiente participación de emprendimientos que desarrollan soluciones con altos componentes de I+D, gracias a los espacios de colaboración más intensivos que se están generando con grandes empresas, sumando además a los Centros de I+D y centros de pilotajes en construcción apoyados por Corfo”, detalla la gerenta de Innovación, agregando que durante los últimos años, Corfo ha apoyado proyectos que han destacado en el desarrollo de las innovaciones con altos componentes de I+D, cuyos proyectos contribuyen en las distintas fases del proceso a una construcción sustentable. A modo de ejemplo, mencionan a la empresa IDEA-TEC, que desarrolló una pintura sustentable en base a desechos de plumavit que contribuye a minimizar el impacto medioambiental que genera dicho producto. También la empresa FRACTAL, con su producto “Photio” que es un aditivo de pinturas que absorbe CO₂ y que nace el año 2017 como una solución al problema de inversión térmica que se genera en el interior de los rajos mineros del norte de Chile, tomando como inspiración y base científica el proceso de fotosíntesis. Otro ejemplo es la empresa SACYR Chile S.A, que desarrollan pavimento sostenible en base a neumáticos y plástico reciclados.
A pesar de los distintos instrumentos que buscan promover la I+D empresarial, aún son pocas las empresas que realizan este tipo de actividades de manera sistemática. “Una de las principales razones es que aún no se han internalizado los beneficios que tiene invertir en I+D en términos de posicionamiento competitivo”, señala Olivari, agregando que también existe una creencia de que estas actividades son muy complejas y que solo pueden ser desarrolladas por grandes empresas, con capacidad para llevarlo adelante, cuando en realidad, “es una tarea que cualquier empresa, de cualquier sector económico y cualquier tamaño, podría realizar”.
Ejemplos internacionales
Si bien el desarrollo de I+D en el sector aún tiene espacio para seguir creciendo, hay países cuyas industrias han podido hacer frente a las barreras y potenciarlo, realizando propuestas que implican importantes inversiones para la investigación y desarrollo. Un ejemplo de ello es Estados Unidos, el país que más invierte en I+D en la construcción en el mundo.
“Una particularidad de Estados Unidos es su fuerte inversión Federal en I+D en construcción, elevándose a un total de 2 billones de dólares, representando un 63% del gasto total del I+D en construcción de este país”, detalla Peña, agregando que esto se debe a que el Instituto Nacional de Estándar y Tecnología (NIST, por sus siglas en inglés), principal institución que impulsa los desafíos I+D, realizó un estudio de impacto del I+D financiado por el Estado mostrando como resultado que estas tecnologías daban un retorno entre un 13 a 57% por arriba de muchas otras industrias.
Además, Estados Unidos es la cuna de la investigación y desarrollo académico patrocinado por la industria, lo que da un ecosistema diverso de dinámicas entre la academia y las empresas que están focalizadas específicamente en levantar cuáles son los desafíos que generan estas sinergias. “Para propiciar estas uniones entre academia e industria existen distintas instituciones tales como US National Research Council, National Occupational Research Agenda y The National Science and Tecnology Council, todas ellas que han levantado y priorizado temáticas en I+D para la construcción”, explica Peña, agregando que es relevante destacar que se priorizan desafíos dependiendo si está pensado para las empresas y/o el Estado.
Otro ejemplo es Australia, país con un crecimiento anual de un 1.6%, con una industria de la construcción creciente que representa el 6.8% del PIB del país. “Australia gasta el 2.4% de su gasto I+D en construcción, donde son las empresas las que han aumentado con fuerza su gasto en I+D mientras el Estado lo ha reducido, debido a que la ley de incentivo tributario se multiplica por dos, las inversiones de empresas pequeñas y para empresas medianas”, cuenta Peña, agregando que la principal herramienta para incentivar la inversión I+D en Australia es su Ley I+D (instaurada en 1985 y fue concedida en 1991) que permite a las empresas descontar de sus impuestos a la renta el 125% de los montos invertidos en proyectos I+D y un principal incentivo a las empresas pequeñas llegando a descontar un 175% de la inversión. “Tener un incentivo tributario que impulsa a las Pymes es clave para nuestro sector construcción donde el 98% de sus empresas son efectivamente pequeñas” señala el coordinador de Innovación y Desarrollo tecnológico de Construye2025.
A esto se suma el desarrollo metódico de dos Hojas de Ruta que priorizaban líneas de investigación y desarrollo tecnológico para la industria: la primera llamada “C2020”, redactada el año 2000 y la segunda denominada “C2030” redactada el 2010. “También destaca la iniciativa de crear el “Australian research building council” para potenciar la investigación auspiciada por empresas”, cuenta Peña.
Ejemplos como estos muestran los beneficios que se pueden obtener potenciando la investigación y el desarrollo en la construcción. Experiencias valiosas para un sector nacional donde hay amplio espacio para seguir creciendo en estos ámbitos. Generar un ecosistema de trabajo conjunto entre los diversos actores, aprovechando iniciativas como la Ley I+D, son claves para hacer frente a los desafíos futuros de la industria.
Conclusiones:
- De acuerdo al Manual de Frascati (2015), I+D “comprende el trabajo creativo y sistemático realizado con el objetivo de aumentar el volumen de conocimiento (incluyendo el conocimiento de la humanidad, la cultura y la sociedad) y concebir nuevas aplicaciones a partir del conocimiento disponible”.
- La Ley de Incentivo Tributario a la I+D (Ley de I+D), busca contribuir a mejorar la capacidad competitiva de las empresas chilenas, al establecer un incentivo tributario para la investigación y desarrollo (I+D) en el contexto de proyectos o contratos certificados por Corfo. La ley permite rebajar del impuesto de primera categoría hasta el 52,55% de los recursos destinados a las actividades de I+D, independientemente del sector económico y del tamaño de empresa.
- Actualmente la aplicación de I+D en el sector está centrada en el desarrollo de nuevos materiales o mejoras de materias primas, también en la eficiencia de la construcción y edificación, es decir, mejorar el tiempo y disminuir errores estructurales (casas modulares, biomateriales, IoT de materiales y aplicaciones de análisis estructural).
Consulta I+D en el sector
Durante el pasado mes de julio, la Corporación de Desarrollo Tecnológico (CDT) realizo una consulta sobre el concepto de Investigación y Desarrollo (I+D) en el sector para ver cómo se percibe este en la industria y cómo se podría aplicar una conceptualización más específica para la construcción. La encuesta se realizó vía correo electrónico a una base de datos, compuesta por diferentes profesionales del sector, como: ingenieros civiles, constructores y arquitectos, entre otros. Dentro de los principales resultados, un 41,1% indicó que el desarrollo de I+D en el sector es “Bajo, escaso o lento”; mientras que el 20,6% consideró incluso que era “Muy bajo, muy escaso”. Un 8,2% apuntó a que la I+D en la industria es “inexistente”.
Por otra parte, un 19,2% de quienes respondieron, indicaron que era un concepto “Incipiente” y solo un 5,4% combinado cree que la investigación y desarrollo en la industria está “bien” o “muy bien” (2,7% cada opción).
Más detalles en: https://www.cdt.cl/consulta-revelo-baja-aplicacion-de-id-en-la-construccion-chilena/