Después de los últimos años, la humanidad se ha vuelto más consciente de su frágil existencia. Ya sea porque sobrevivimos una pandemia, guerras e históricos momentos, junto a diferentes catástrofes naturales, la verdad es que la raza humana siempre puede estar a un brinco de la destrucción.
Fuente: Mega
Como especie, no tenemos un completo control del evento que nos ponga en peligro, pero sí se pueden crear estrategias que amortiguen una potencial extinción.
Así es como surgió la llamada “Bóveda del Fin del Mundo”, una estructura de hormigón ubicada en el archipiélago noruego de Svalbard.
¿Qué es la “Bóveda del Fin del Mundo”?
Escondida bajo kilómetros de nieve, y con solo una estructura rectangular de hormigón anunciando su existencia, en esta isla cercana al polo norte se encuentra la llamada “Bóveda del Fin del Mundo”, cuyo nombre oficial es el Banco Mundial de Semillas.
Construida en 2008, esta obra de 130 metros de profundidad alberga más de 500 millones de semillas de especies agrícolas, que podrían alimentar a las futuras generaciones de nuestra especie.
Países de todo el mundo han contribuido a la preservación del patrimonio alimentario. Si bien está pensado para el futuro, durante el año 2015, en plena guerra siria, especies fueron retiradas para reabastecer el destruido Centro Internacional de Investigaciones Agrarias de Zonas Áridas de Alepo, donde se perdieron más de 150 mil especies.
¿Cómo funciona?
La estructura está pensada para poder sobrevivir a diferentes catástrofes, ya sea una erupción volcánica o incluso un terremoto con una magnitud de 10 grados de intensidad.
En el interior de la construcción, las semillas son guardadas en contenedores, en un ambiente cuya temperatura fluctúa entre los -3° y -6°. Todo está tan bien calculado que en caso de que se corte la luz, las bajas temperaturas que rodean a la bóveda podrían ayudar a preservar las temperaturas ideales.
Este tipo de estrategias busca evitar la pérdida de importantes piezas de patrimonio de la historia humana, como edificaciones o museos destruidos por la misma mano del hombre.